IX
Otoño de mujer
Un brillo en sus ojos, ya desdibujado,
sereno semblante y nívea su sien,
sus flores marchitas, dorada su piel,
corazón que late aún enamorado.
La duda en el aire que pregunta: “¿quién
marcó las horas de un tiempo pasado,
dónde se escondieron los labios rosados,
quién pasó las hojas de mi libro, quién…?”
Responde en silencio la alegría ausente,
se escuchan los trinos de un ruiseñor,
vuelve de puntillas la verdad doliente.
Se instala el otoño en cada rincón,
ocres y dorados, como cascabeles,
juegan con el viento en clave de sol.
Profundo en suvhermosa sencillez.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Gracias por tus palabras, Pepe. Un beso.
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