Estampas – II
En segunda persona
TIEMBLAS en la
penumbra de tu pena, agazapada
en el recóndito rincón donde habitan los sueños dormidos.
En la quietud de la
noche se oye un coro de grillos.
ATINAS a tararear
una triste serenata para espantar tus temores,
cual triste trovador medieval.
Un gato te observa
desde el alféizar de la ventana.
ARROPAS tus gozos
olvidados con pétalos de rosa,
fingiendo perderte entre sus tibios abrazos.
Los sentidos se
inundan de perfume de azahar.
EXHUMAS tus
ruinas, para rehacerte
entre los escombros del hastío.
Dibujas con el dedo
un corazón en un espejo empañado.
FINGES una
sonrisa para devorar, una vez más,
el anhelado soplo de sus besos almibarados.
El viento mesa tus
cabellos.
DESFALLECES exhausta
y sin remisión,
mientras sus manos amasan tus caderas.
Llegan, confusos e
imprecisos, unos acordes de violín.
LIBAS el néctar
de su existencia,
para bucear con su recuerdo por las dunas del deseo.
Una hoja macilenta
cae desmayada sobre tus pies.
SIEMBRAS en el
aire, envenenado con sus versos,
una oración de plegaria
y de perdón.
El sudor argentado de
la luna ilumina tu alma.
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