Llueve.
Llueve sobre mojado.
Anega la lluvia los ánimos aguados.
Resbalan las gotas de dulce lluvia
entre cauces de lágrimas amargas.
El suelo mojado descubre
el revés de las almas.
Se cuela la humedad
en los huesos desgastados
y emborrona las neuronas,
desdibuja las sonrisas,
ahoga las notas discordantes,
asesina las ilusiones
y apaga las pasiones.
Llueven las palabras y lloran los silencios.
Es el arcoíris una adivinanza
en el umbral de la esperanza.
Una soberbia luna llena
pide paso para reinar en la
sexagésima noche.
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