Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Almossassa, Nati y yo.

     Esta semana se ha celebrado una nueva edición de nuestra primera gran fiesta pacense de otoño conocida como Almossassa. Conmemora la fundación de Badajoz, allá por el año 875, por Ibn Marwan. La Plaza Alta y los aledaños se convierten, sobre todo el fin de semana, en un hervidero de gente que pasea entre tenderetes, barras al aire libre, espectáculos callejeros y ganas de  festejar nuestros orígenes arábigos.

     Las previsiones meteorológicas no eran muy halagüeñas, pero no se han cumplido. Así como hay que lamentar las enormes pérdidas de estos días en zonas del sudeste de la península, a causa de las desmesuradas precipitaciones, que han dado lugar a riadas e inundaciones, con el catastrófico resultado en pérdidas humanas y materiales, en Badajoz hemos disfrutado de un sábado sin lluvias y con una inmejorable temperatura.

     Mi amiga Nati y yo quedamos para pasar el día juntas, costumbre que viene siendo habitual de un tiempo a esta parte, y que las dos propiciamos con gusto y saboreamos con más gusto todavía, porque nos damos el homenaje de charlar de nuestras cosas sin maridos, comemos lo que nos apetece, y nos divertimos como colegialas sin fumar hierba y sin beber ni una sola gota de alcohol.

     Asistimos a la representación "El encuentro", en la Plaza Sáez de Buruaga (frente al Museo Arqueológico), y más tarde, a cargo también de la compañía Teatrapo y con la colaboración del grupo H'Orozco, "El sueño de Ibn Marwan", en los Jardines de la Galera. Ambos espectáculos vistosos y con una nutrida asistencia de público.

     Después de comer kebac, sentadas en unos diminutos asientos -que si tienes lechuga en la mejilla, que si cuidado que te escurre la salsa de yogur-, unos pinchitos morunos con su correspondiente cervecita sin alcohol, en una de las barras atiborradas de personal, tomamos de postre unos crêpes rellenos de almendras, plátano y chocolate, prácticamente con los dedos, que nos supieron a gloria y nos hicieron reír como niñas cada vez que se nos embadurnaba la boca con el relleno o nos escurría el chocolate por las manos.

     Hicimos algunas compras, paseamos por la Alcazaba y las inmediaciones, y para cenar compramos media docena de dulces árabes (el Mohamed de turno se equivocó y nos puso siete...), riquíiisimosss, que seguro se han quedado a vivir en nuestras caderas, todos con miel, almendras, agua de azahar... de los que no quedó ni rastro en la bandeja, uno va y otro viene, regados con un té verde calentito que nos sentó de fábula a esas horas de la noche, después de un largo día de esparcimiento, sentadas entre cojines y rodeadas de tapices, al tiempo que observábamos las caras de los viandantes o nos hacíamos fotos con el móvil, como unas adolescentes.


     Por cierto, nos regalaron el vaso donde tomamos el té, de recuerdo.Volvimos hasta el coche paseando por la cálida noche, bajo la atenta mirada de la luna llena, sin prisas, dando un rodeo por donde nos apetecía, queriendo rondar la despedida de un día gratificante, lleno de sencillas experiencias y de una enriquecedora amistad.

                   
                   ¡Hasta el año que viene!



     






miércoles, 26 de septiembre de 2012

Contrarréplica


     En este post voy a rebatir a José Ramón Martínez García, en cuya carta publicada por el periódico HOY, el lunes 24 de septiembre, hace alusión a mi humilde persona, y a mi crítica sobre el catalanismo de Guardiola, expresado en mi carta publicada el domingo 23 de septiembre en ese mismo periódico.


     Está bien tu lección de geografía, pero yo también estudié los países que componen América del Norte y los idiomas oficiales que tienen al uso.


     A tu pregunta: "¿Le parecería  a la señora Núñez mejor que hubiese dado la conferencia en italiano, que también domina Guardiola?" Mi respuesta es no, obviamente, puesto que aunque el auditorio contase con algún italianoparlante, la mayoría de los oyentes hablaban español. 


     Mi crítica era justamente en este matiz: en muchas ruedas de prensa contestaba en catalán, aunque la mayoría de los periodistas fuesen hispanoparlantes. Es cierto que algunos miembros de la prensa catalana preguntaban en catalán, ¡cómo no!, y él les contestaba en ese mismo idioma, por delicadeza, según tú. Yo opino que con muy mala educación, por parte de ambos, y con un desprecio total por el resto de asistentes a sus declaraciones, que posteriormente tenían que traducir para enviar sus crónicas. 

     Ahora que está lejos de su adorada Cataluña, tendrá la oportunidad de comprobar lo pequeña e insignificante que es para el resto del mundo, cuando no está asociada al país al que pertenece, mal que les pese a algunos, y que no es otro que España, al menos eso espero. 


      El extécnico del Barcelona recordó a su joven público que "en el mundo ya no hay fronteras...", en el transcurso de su conferencia, y recalcó la siguiente frase: "Amo mucho a Catalunya, amo mucho a mis padres, me dieron su lengua y somos un país pequeño". Puede que vivir lejos de aquí le proporcione otra perspectiva de sus creencias. Lástima que a sus paisanos independentistas no les agrade su teoría sobre las fronteras, y por eso quieren levantar un muro que los separe y los distinga de los españoles. Ese desprecio me duele en lo más hondo.


     He encontrado un escrito de un joven catalán, dando una interesante versión sobre cuestiones que creíamos ciertas, y solo son mitos y mentiras del arraigado catalanismo, sobre los que fundamentan históricamente su deseo separatista.

                 LA  HISTORIA NO PERDONA LOS MITOS.

     Soy un barcelonés de 30 años que, como mi generación, creció con el Club Super 3, el Tomàtic, la Bola de Drac, la Arare , Sopa de Cabra, Els Pets, Els Caçafantasmes, “Regreso al Futuro”… Veíamos la predicción del tiempo en la TV 3, con los dibujos de soles y nubes sobre un mapa de los Países Catalanes.
     En la escuela nos explicaban la historia de las cuatro barras, pintadas por el emperador franco con la sangre de Wilfredo el Velloso sobre un escudo o tela de color amarillo-dorado: así nació nuestra bandera ( la Senyera ). Los domingos por la mañana bailábamos sardanas en la plaza de la Iglesia , y daba gozo ver en un mismo círculo a los abuelos y los nietos, cogidos de la mano. En Navidad hacíamos cagar al “Tió”, y poníamos un “Caganer” con barretina en el Nacimiento. Así, disfrutábamos de una auténtica Navidad catalana como Dios manda.
     En la primavera cogíamos las Xirucas ( Chirucas , marca de calzado ], y nos íbamos a nuestros Pirineos a disfrutar de nuestras montañas y sierras, en nuestra tierra. Celebrábamos la “Diada”, con ánimo de no olvidarnos de la derrota de nuestro pueblo contra Felipe V y los españoles.
     Somos un pueblo trabajador, con carácter, distinto del resto. Tenemos la Caixa , el RACC, los Mozos de Escuadra y los Ferrocarriles Catalanes. ¿Qué más  queremos? Pues queremos, queremos, queremos…
     Pero la verdad no se puede ocultar siempre. Te vas de Erasmus a Londres, y descubres que existe vida fuera de nuestro pequeño planeta catalán. Que también hay trabajadores con carácter en otros territorios. Que la Caixa no es tan importante, si se compara con el Comercial Bank of China. Que solamente una ciudad como Shanghái tiene 20 millones de personas (tres veces toda Cataluña).
     Descubres la verdad: que lo de las cuatro barras de Wifredo el Velloso sólo era una leyenda, un mito, sin fundamento histórico. Ni Wifredo fue contemporáneo del emperador, ni se usaba la heráldica en ese siglo. Además, hasta la unión con Aragón, el emblema de los condes de Barcelona fue la cruz de San Jorge (una cruz de gules sobre campo de plata).
     Descubres que la sardana la inventaron en el año 1817. Fue un tal Pep Ventura, que tampoco se llamaba Pep sino José, nacido en Alcalá la Real, provincia de Jaén, e hijo de un comandante del Ejército español.
Se la inventaron, porque no podía ser que la jota de Lérida o del Campo de Tarragona fuese el baile nacional. Y tampoco podía serlo el baile denominado “El Españolito”. Por eso se inventaron la sardana a comienzos del siglo XIX: para crear una identidad nacional inexistente hasta entonces. La sardana, otro mito.
     Descubres que en 1714 no hubo ninguna guerra catalana-española, que Cataluña no participó en ninguna derrota bélica. Fue una guerra entre dos candidatos a la Corona de España, vacante desde la muerte de Carlos II sin descendencia: entre un candidato de la dinastía de los Borbones (de Francia) y otro de la de Austria (de tierras germánicas). En todos los territorios de la Corona de España hubo austracistas y borbónicos: por ejemplo, Madrid, Alcalá y Toledo lucharon en el mismo bando que Barcelona. No fue, como intentan venderlo, una guerra de secesión, sino de sucesión: ningún bando aspiró nunca a romper la unidad dinástica entre Castilla y Aragón, ni la separación de Cataluña. La Diada , otro mito.
     Descubres que el “Caganet” del belén es una “tradición” que no se generaliza hasta el siglo XIX, como la sardana. Y que el “Tió” es otra milonga identitaria y absurda. La Navidad catalana, otro mito.
     Te das cuenta que [los nacionalistas] nos han tomado el pelo. No nos han educado, sino adoctrinado. Que nos han alimentado, sin darnos cuenta, de una “ideología total” que se encuentra por encima de todo y de todos. Lo abarca todo: permite pisar el derecho de las personas, modelar la Historia a su gusto, y determinar qué está bien o mal.
     Te das cuenta que [los nacionalistas] nos han adoctrinado a través de mitos, leyendas, mentiras. Que han construido o falseado una realidad, con tal de fundamentar su ideología. Intentaré poco a poco ir comentando esos mitos. Pido ayuda y la colaboración de todos, para tratar de encontrar otras mentiras. Así, [los catalanes] podremos liberarnos de esos mitos, y ser libres de verdad.

     Está claro que eso de viajar, es para algunos, una estupenda vacuna contra la estupidez y el aldeanismo. 


     Por cierto, José Ramón: yo nunca, nunca, "disparo" -según tu expresión- cuando mando una carta para que me la publiquen. Me limito a opinar lo que pienso. 
 

                                                  Un saludo,

                                                                Maribel.

      

sábado, 22 de septiembre de 2012

Otra de catalanes


     He visto en las noticias a Guardiola, el ex entrenador del F.C. Barcelona, dando una conferencia a universitarios americanos. Les hablaba, no en inglés –seguro que no tiene suficiente dominio del idioma de Shakespeare- sino en español. Me sorprende que utilice el castellano ante ese joven y nutrido público, no porque dude de su competencia para comunicarse en la lengua de Cervantes, sino porque en las ruedas de prensa  en España, ante una mayoría de periodistas españoles, lo hacía en catalán puesto que, según él, es SU idioma, sin considerar que sus declaraciones tenían que ser necesariamente traducidas para los no catalanoparlantes.  


      Todo un detalle por su parte el que ha tenido hacia los estudiantes estadounidenses, que muchas veces nos negó en suelo patrio. Me pregunto si el año sabático del que disfruta desde su retirada ha ablandado sus absurdos principios provincianos. Si tan orgulloso está de su lengua, que la popularice en América, a ver si alguien demuestra por ella el más mínimo interés. 


     Brindo con cava extremeño, o con pitarra de nuestras viñas, para que te maceres hasta derretirte en tu adorado catalanismo. ¡Chin-chin!


                          ¡Buen finde!

jueves, 20 de septiembre de 2012

Mueca




     He empezado las clases a tope. Llevo cuatro días, y ya el cansancio empieza a hacer mella. Me propuse poner a punto a mis alumnos, después de todo un verano de una relativa inactividad deportiva, y me he puesto manos a la obra, haciendo al mismo tiempo que ellos todos y cada uno de los ejercicios físicos, con los que han despertado de su letargo músculos, tendones, articulaciones y demás fauna de su anatomía, y de paso de la mía. Veinte horas desde el lunes, sudando la gota gorda en el colegio, más las que paso en el gimnasio a título personal. Ya casi hemos llegado al fin de semana, y la vida se ve de distinto color, aunque las obligaciones domésticas y familiares no me abandonan ni empujándolas.


     Hace tiempo que no escribo. Bueno, alguna carta al periódico, pero me refiero a mis otros escritos. Tengo a medias dos relatos desde este verano, pero una vez inmersa en la corriente de la rutina de trabajo, me es difícil encontrar, no ya el tiempo necesario, sino la ocasión propicia de silencio en la casa y serenidad en el ánimo. 


     Los horarios y las necesidades ineludibles minimizan en parte el cosquilleo que me producen las mariposas que revolotean en mi barriga. Ahí dentro, muy adentro, se vislumbra un halo de tristeza. Lo intuyo también en los demás, es como si cada sonrisa se dibujase en los rostros como una mueca forzada. Son apreciaciones subjetivas, pero algo me dice que están asentadas en sólidos argumentos.


     Tengo que empezar mi particular lucha contra la tristeza sin sentido, las decepciones crónicas, la tendencia a la depresión, los miedos a la impotencia frente a las adversidades, y comenzar a reafirmar mi autoestima, a valorar las infinitas posibilidades de las menopáusicas cincuentonas, a mirarme al espejo sin la lupa de las imperfecciones y a nutrir mi vitalidad innata embadurnando de entusiasmo cada nuevo proyecto.


     ¡ALLÁ VOY! Estos versos recién salidos del horno constituyen una  firme declaración de intenciones.

                             

                                                          DORMIR SOBRE EL TEJADO


Necesito encarcelar
en un poema mi alma,
 y busco pero no encuentro
palabras para esposarla.

Esta noche de joven otoño
quisiera dormir
desnuda sobre el tejado,
 emborracharme de luna,
escuchando los boleros
por grillos tarareados,
abrigarme con un manto
de madrugada, estrellado.

 Y despertar suavemente
con tenues luces del alba,
sentir su amante caricia,  
cubriendo mi piel dorada,
de terciopelo maduro
y de sedas perfumada,
besar mis párpados cansados
con sus labios de manzana,
meciendo mis falsos miedos
entre abrazos y baladas,
y trenzando mis cabellos
con alegres carcajadas.

Dormir sobre el tejado, pretendo,
contemplando el universo
sin cometer pecado, entendiendo,
que hay que soñar arcoíris,
que hay que agitar los pañuelos,
que hay que ir subiendo peldaños
que nos alejen del suelo,
amamantar ilusiones
y vencer al desaliento,
sea de día o sea de noche,
en oasis o en desiertos,
aunque esté nublado el cielo,
el corazón tenga frío
o en el alma esté lloviendo.

Dormiré sobre el tejado,
al menos, eso deseo.


domingo, 16 de septiembre de 2012

Festival colesteroloide

     Hoy he cocinado empanada para mis hijos, para mi marido y para Carmen, la novia de Enrique, y por supuesto, para mí. Estaba buenísima, pero no la recomiendo para los que están a dieta ni para los que tienen alto el colesterol. La he rellenado de sobrasada ibérica y chorizo desmenuzado, que compré hace unos días en "La Perla", esa tiendecita de la calle Sto. Domingo en la que venden bacalao desde tiempos inmemoriales.

     Ya quedan pocas tiendas así, a la antigua usanza, en la que te van despachando con exquisita educación y amabilidad cada producto que pides, lo pesan, y van colocando los precios en fila, en un papelito, para poder sumar correctamente la cuenta de lo que has comprado, sin la ayuda de ninguna calculadora ni nada que se le parezca. Mientras tanto, los clientes que esperan su turno, pueden sentarse en la silla que reposa arrimada a la pared que está junto a la puerta. Todo lo que se vende está escrupulosamente colocado, tanto lo que está a la vista como lo que se guarda en la trastienda, y cada hueco de pared está revestido con carteles en los que se informa de la inmensa variedad de productos de venta al público, junto a su precio. Aquí no se estila el tres por dos, ni se canjean vales con el 20% de descuento, pero la calidad es indiscutible y la atención personalizada al cliente está por encima de todo. El tendero termina colocando él mismo la compra en una bolsita, que ni siquiera te cobra, y te despide amablemente, haciendo gala de unos modales que, en la mayoría de los casos, han pasado a mejor vida.

     Bueno, que me voy del coro al caño. Empecé con la empanada de chorizo y acabo con otra empanada mental. De la primera, que me ha salido deliciosa y muy artística, mejor no abusar, o pronto me veré como la que va embutida en el vestidito rosa, discreto a la par que elegante, porque yo, como bien sabéis, antes muerta que sencilla.

                          ¡Feliz Domingo!



viernes, 14 de septiembre de 2012

¿Cataluña es Mas...?



                                                        CASCABEL

     El día de la Diada se manifestaron en la calle muchos catalanes reclamando su independencia de España. Es cierto que salieron muchos, pero yo no los conté  –la guerra de cifras se impone en estos eventos- y tampoco conozco con suficiente fiabilidad la estadística que precisa a cuantos catalanes representan con su antigua reivindicación separatista. 


     Yo me siento orgullosa de ser española, de la misma manera que llevo a gala ser extremeña, y me alegra saber que para mí no son excluyentes ambos conceptos. Desgraciadamente, hay catalanes que no quieren ser españoles, y debe escocerles bastante la etiqueta que la historia les impone, por lo que hacen ímprobos esfuerzos para deshacerse de ella por todos los medios. 




     Es triste, yo lo veo como un matrimonio en el que uno da más que el otro, llegando al hastío, al enfrentamiento abierto, y al “se nos rompió el amor de tanto usarlo”, que dice la copla. Y, llegados a este punto, la alternativa es el divorcio como mal menor. 


     Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato? Porque dinamitar esta larga relación, con tantos hijos que sufrirán las consecuencias de la ruptura, quizás sea mejor que el estoico aguante por mantener a flote lo que ya ha naufragado definitivamente.

      
                                       Y que cada palo aguante su vela.