Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Rufián, bellaco y malandrín



Ya casi no me acuerdo pero, hace tiempo, el Congreso de los Diputados era como un manual de buenas maneras; los parlamentarios podían ser hirientes, incisivos e inmisericordes con sus adversarios políticos, pero sus palabras y sus modales denotaban su clase y su buena educación.
Actualmente ese ejemplo se ha ido al pairo, y estos señores nos castigan, día sí, día también, con el denigrante y patético espectáculo al que asistimos atónitos, indigno para tener como protagonistas a los representantes electos de los ciudadanos.
Rufián, que según la RAE en una de sus acepciones en el diccionario significa: “hombre vil, sin honor, perverso, despreciable”, haciendo honor a su apellido, ha dinamitado todas las reglas de un diputado respetable y se ha tirado al barro del insulto directo o enmascarado, de la desacreditación gratuita y de los razonamientos maquiavélicos. Tanto ha enrarecido el ambiente político que algunos de sus compañeros de sala necesitan escupir para expulsar las toxinas que flotan en el aire.




Miedo me da pensar a dónde nos llevará este barco a la deriva, cargado hasta las trancas de rufianes, bellacos y malandrines.



martes, 13 de noviembre de 2018

Zapatos de niños



Leo con desasosiego que el Gobierno quiere que los alumnos puedan sacarse el título de Bachillerato aunque tengan una asignatura suspendida. Cada novedad que se incorpora en Educación, lejos de subir el listón académico, no hace más que empeorar el nivel de nuestros estudiantes desde hace décadas. Una cosa es teorizar desde el cómodo sillón de un despacho (¡qué bonitos son los estándares de aprendizaje…!) y otra bien distinta empolvarse las manos de tiza mientras lidias con más de 25 alumnos por aula en horario lectivo y con sus correspondientes progenitores en otras franjas horarias. 
Flaco favor le hacemos a nuestros niños y jóvenes dándoles todas las facilidades, poniéndoles en bandeja lo que deberían ser responsabilidades de ellos, porque sin darnos cuenta, aunque sea con la mejor intención, estamos gestando una nutrida generación de inútiles, pusilánimes y comodones que no saben hacer la o con un canuto, pero saben reivindicar derechos desnudos de obligaciones. 



Dejen los padres que sean los niños los que apunten sus tareas, los que estén pendientes de entregar a tiempo los trabajos que se les piden, los que estudien las materias haciendo sus esquemas y resúmenes, los que planifiquen su horario de tarde para atender a todas sus actividades, los que hagan sus dibujos y sus manualidades, aunque no queden perfectos, los que preparen su ropa de deporte la noche antes de la clase de Educación Física; dejen los padres que sus hijos aprendan a aprender, aprendan a fracasar, aprendan a esforzarse, aprendan a descubrir, aprendan a equivocarse, aprendan a empatizar, que aprendan a aburrirse. Sí, a aburrirse. También, no pasa nada. Los niños tienen que andar su propio camino, padres y profesores tenemos que indicarles el sendero, no meternos en sus zapatos.


sábado, 10 de noviembre de 2018

Un ramito de violetas


Hace ya la friolera de 32 años... Yo tenía 26, y papá 27. Éramos jóvenes, estábamos empezando a coger soltura en la vida, y no teníamos nada, excepto mucho amor y muchas ilusiones que cumplir.



Tú viniste a dar sentido a nuestra convivencia, a sacarnos de nuestra zona de confort para conducirnos a una carrera de retos extenuantes pero maravillosos. Volvería a traerte al mundo mil veces que viviera. 




Que seas muy, muy feliz, este año y los venideros. Cuando vengas del otro lado de la piel de toro podremos celebrarlo en familia.





            Felicidades, cariño. ¡Pásatelo bien!