Teatro
de marionetas
Esta página de la historia de la
que formamos parte se escribe en manuscritos ocultos en los cajones de
maquiavélicos personajes que juegan a ser dioses.
Es tiempo de cruzadas imposibles,
de descubrimientos inconfesables, de repúblicas sin pasado, de guerras de
religión incomprensibles, de revoluciones de costumbres y tradiciones, de
dolorosos desplazamientos de personas desubicadas.
Hoy se cuestiona a los artistas
célebres y se ensalzan ridículas manifestaciones de pintura o de poesía,
diseñadas para ingenuos que no las rebaten porque están abducidos por
pensamientos insustanciales y se dejan embaucar sin oposición.
Quedan ya lejos los cuentos de
hadas y los estribillos pegadizos de la canción del verano.
Soy un bufón de las letras
intentando inventar palabras que no existen, intentando encontrar un verbo que
me consuele de esta locura de historia que se ha convertido, por desgracia, en
un teatro de marionetas.
¡Quién retrocediera a la
infancia, plena de caricias sinceras, de autenticidad, de lágrimas espontáneas,
de retos y hallazgos, de asombro y de sueños…!
Me pierdo en divagaciones.
Permanecerá en guardia mi espíritu para llegar al corazón de la verdad,
procurando esquivar daños colaterales.