Mi suegra, a la que siempre
admiraré, alejada años luz del odiado y vilipendiado prototipo, mujer culta,
equilibrada y sabia donde las haya, me decía que era conveniente disponer de
algunos platos viejos o en desuso con el objeto de poder estrellarlos
estrepitosamente en momentos puntuales, para liberar tensiones de la vida
cotidiana y equilibrar el karma. Siguiendo su consejo he ampliado a tal efecto,
con el tiempo y la experiencia, las posibilidades de munición, al tiempo que
propicio no flaco favor al medio ambiente. A saber: hago acopio de una
considerable cantidad de vidrio desechable y doy un plácido paseo con las
bolsas repletas hasta el contenedor más próximo (quien mueve las piernas, mueve
el corazón…) Una vez allí, y comprobado que no estoy siendo observada –cosa que
no favorecería mi imagen- me entrego al placer del destrozo de cada pieza,
arrojándolas al interior del iglú con todas las energías negativas retenidas en
mi alma, buscando en cada nuevo intento el rincón donde más añicos se hagan y
más consecuencias auditivas produzcan. Tratamiento sintomático de origen no
farmacológico con efectos sedantes inmediatos. Menudo ahorro en
psicoterapeutas. Y no hace falta receta electrónica.
miércoles, 28 de septiembre de 2016
sábado, 24 de septiembre de 2016
martes, 20 de septiembre de 2016
Escaño 301
Soy senadofóbica, lo
confieso.
Antes el Senado era como un pintoresco cementerio de elefantes al que
iban a parar los políticos acabados, y ahora es un confortable refugio de
mangantes, que gracias a su privilegio y condición de aforados, pueden escurrirse
entre los dedos de la injusta justicia. Rita, últimamente apodada “la cantaora”,
aunque estemos todavía a la espera de su particular concierto, no solo se
blinda ante la ley como senadora, es que además tiene la desfachatez de
permitirse no asistir a su obligada presencia en su nuevo escaño 301, pero no
renuncia a cobrar íntegramente su sueldo de cinco mil euros mensuales.
Puede
que se haya cogido una pataleta porque sus amiguitos la han invitado a
abandonar el partido y se ha visto relegada a integrarse en el grupo mixto, y a
lo mejor no le gustan sus vecinos de asiento, o sencillamente se diga: “hoy no
me quiero levantar, porque yo lo valgo”. Como quiera que sea, esto es lo que
hay.
Ajo y agua.
viernes, 16 de septiembre de 2016
Adiós, verano, adiós
Ya en estos primeros días de septiembre, después de haber renovado el fin de semana el colorcito dorado adquirido durante todo el mes de agosto, alguien me ha escupido sin miramientos: "qué mala cara tienes..."
No quiero ni pensar qué me dirá esa misma persona cuando pasen dos meses, con el cansancio acumulado de la rutina obligada, y el color verde aceituna aflore a mi cutis, entristeciéndome el gesto.
Para entonces los días de luz serán un vago recuerdo, y las horas muertas un espejismo.
Será necesario recurrir a las imágenes de archivo para revivir alegrías y remover las emociones estivales.
Largo será el sendero hasta alcanzar de nuevo la octava hoja del calendario, para poder rozar suculentas porciones de felicidad con la punta de los dedos.
Es tiempo de melancolía, de arrastrar con penuria las cadenas que nos oprimen el paso, castigados con trabajos forzados, cobijados bajo un tibio manto de austeridad otoñal.
Aguardaré, como guarda una novia la ausencia, el nuevo solsticio de verano, para desnudar nuevamente mi cuerpo y mi alma ante el gélido abrazo de azul y de sal.
sábado, 10 de septiembre de 2016
YA
Ya no se oyen los lamentos,
buena amiga,
se callaron los dolores.
Murieron los sufrimientos,
infinita letanía,
huyeron los sinsabores.
No lloverá más tristeza,
ni alegría,
ni tronarán desamores.
Se apagará la agonía,
sin rebeldía,
se olvidarán los errores.
No iluminará la luna,
argentada,
tus noches con sus temores.
La paz ya cubre tu alma,
desolada,
con un sueño entre algodones,
en un jardín de sonrisas
esbozadas
entre abrazos de colores.
Ya no se oyen los lamentos,
buena amiga,
se callaron los dolores.
A Chechu, 10 de septiembre de 2016.
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