Hoy se cierra, por imperativo del calendario escolar, el curso 2.013/2.014. El tráfico en los alrededores de los colegios, poco antes de las 9 de la mañana, es fluido, circunstancia impensable hace solo quince días.
Esta mañana hemos celebrado el claustro final, con todo el profesorado presente. Balance de lo pasado y planes, aún por perfilar, para el futuro curso. Cansancio y motivación flotan de manera sincronizada por los pasillos y en cada conversación. Gente que se retira a un segundo plano, gente que da por vez primera el salto a la palestra, y gente que dice adiós a su ejercicio docente y a sus compañeros.
A mí me quedan en el colegio flecos por rematar para un par de días más. Luego, relax para poner al día los asuntos domésticos más urgentes, atender los afectos más desaliñados, disfrutar las horas de sueño más deseadas, saborear las comidas más reposadas, retomar las relaciones con los amigos relegadas hasta mejor momento, pasear mirando de cara los atardeceres o fijar en la retina todo lo bello que convive con nosotros a nuestro alrededor y vemos pasar de largo por el espejo retrovisor de la rutina.
Pasados los primeros días de verano, volveré a centrifugar en mi cabeza todo aquello que se me ha ido ocurriendo durante los últimos meses, y acabaré colgándolo a secar en las largas tardes del estío, para recogerlo, plancharlo y lucirlo desde las primeras mañanas septembrinas.
Ideas, proyectos, sueños, que empujarán por salir al ruedo del otoño, del invierno o de la primavera que adornarán nuestra senda del curso 14/15.
Los niños ya disfrutan su descanso, ya sea en campamentos, en algún pueblo al abrigo de sus familiares, en la playa o en la montaña, en destinos que pasaron de promesa a realidad una vez conseguidos buenos resultados académicos, en alguna casa de campo o mitigando los calores en piscinas públicas, privadas o comunitarias.
La última semana del curso se celebró una función en el salón de actos, en la que actuaron algunos niños de cada clase, mostrando las coreografías que trabajaron en equipo en las horas de Educación Física. Realmente fueron dos funciones: una para todos los alumnos del segundo ciclo de Primaria, (o sea, los terceros y los cuartos), y otra para el tercer ciclo (los quintos y los sextos). En ambas se sumaron como público otras clases, hasta completar el aforo del patio de butacas.
Siempre es un éxito, porque ellos son los protagonistas y el espectáculo lo hacen a su gusto: eligen las músicas, el vestuario, los bailarines, y la puesta en escena. Yo solo ejerzo de maestro de ceremonias para llevar un orden.
Estas fotos son de algunos de los grupos participantes de quinto de este año. Sentí no poder fotografiar a los grupos de sexto, que salieron con prisas para ensayar la ceremonia de graduación que tenían esa misma tarde, ni a los de tercero y cuarto, pero sirvan de muestra para constatar su valía y su arte, ellas y ellos, por supuesto.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Fue bonito mientras duró…