Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 26 de enero de 2020

Vuelta al Baluarte 2020


Este año no estaba yo muy convencida de mi participación, porque se me echó el tiempo encima y solo salí dos días a correr, en esta misma semana del evento, como siempre para demostrarme a mí misma que soy capaz de aguantar casi una hora de carrera contínua, aunque el ritmo sea muy lento.


Cuando recogí el dorsal, me gustó mucho el número: un 1, seguido de las tres terminaciones que siempre busco para la lotería de Navidad, que es la única que juego. Además, había conseguido convencer a mi hijo Lu para que corriese conmigo, y no era lícito retirarme en el último momento.


He de reconocer que no me cuesta demasiado completar las dos vueltas al circuito, hasta recorrer los 7.100 metros, al menos físicamente: no me duelen las rodillas o los tobillos, no me entra flato, pero superar psicológicamente que todo el mundo te vaya adelantando te mina la moral... Luego me digo: estos no van a cumplir 60 años próximamente, recuerda tu verdadero reto, que es llegar a meta sin parar ni un momento. Y ¡p'alante!


Lu empezó a mi lado, pero le animé a dejarme atrás, porque su zancada de tiarrón de 1,85 no es la mía ni por asomo. 


Así que, cuando llegué en el minuto 45, me estaban esperando él y Mane, los dos inmortalizando "mi" momento.


Recogimos la camiseta de recuerdo, nos tomamos el refresco que dan a los participantes al término de la carrera, y nos pedimos unas cañas en el quiosco de S. Francisco. Vinieron a hacernos compañía la novia de Lu, mi hijo Enrique y Floki. La sorpresa mayor me la llevé cuando salieron las clasificaciones, casi sobre la marcha, puesto que en el reverso del dorsal hay un chip que monitoriza el tiempo y cualquier anomalía del recorrido que suponga sanción. ¡Había quedado la tercera de mi categoría! No me lo podía creer.


Día redondo. Reto conseguido, satisfacción personal, y cheque de compra del Corte Inglés por subirme al pódium. Mucho más de lo que me esperaba.





                     ¡Hasta el año que viene!





jueves, 23 de enero de 2020

Pastel de berenjena, rulo de cabra, hojaldre y miel.


Me encanta la mezcla de sabores y texturas que ofrece este pastel. Es fácil, con las fotos sería suficiente. Yo lo probé la Navidad pasada en casa de mi cuñada, y más o menos he seguido los pasos que ella me explicó, pero seguro que algún detalle no se ajusta a su receta. Sea como fuere, está riquísimo para mi gusto.



 Una berenjena en rodajas pasada por la sartén con un poquito de aceite de oliva virgen extra (el que yo uso es el de la Cooperativa de Santa Marta de los Barros, mi pueblo) y una pizca de sal.




 Se va cubriendo el fondo de una fuente con la berenjena ya tierna.


Se colocan encima finas rodajitas de rulo de cabra.



Se añade miel en la cantidad que se quiera, a unos les gustará mas meloso y a otros menos.



Se cubre con una lámina de hojaldre.


Se pinta de huevo.


Se pincha el hojaldre para que no suba mucho, y se mete al horno. No me he fijado cuánto tiempo lo he tenido, porque he estado pendiente hasta que he visto doradita la superficie.


Cuando lo he sacado, le he dado la vuelta para pasarlo a otra fuente, con cuidado para que no chorree la miel. Aunque cuando lo he emplatado, me ha parecido más presentable por el lado del hojaldre. Seguramente, tendría que haber esperado que se enfriase, pero tenía hambre y ganas de probarlo...


Del derecho o del revés, me ha encantado. Merece la pena.



                               ¡Bon apetit!

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Sección de anuncios

Estoy dispuesta a comprar:
un cuarto de ingenuidad,
dos bandejas de ilusiones,
una melena sin canas
y un paquete de pasiones.

Vendo mi álbum de fotos,
de reina de corazones,
un tetrabrick de maldad
y rencores en porciones.

Hago trueque de amistad,
con sonrisas de colores,
doy obsequio por regar
el perfume de mis flores.

Se maquillan las tristezas,
se disfrazan los pesares,
se lavan maledicencias,
se perdonan deslealtades.

Llevo nanas en mi cesta,
un te quiero en mi bolsillo,
voluntades en mi armario
y lágrimas en mi altillo.

Si alguien busca compañía
y un hombro en el que llorar,
que se acerque a mi castillo
para dejarse abrazar.




domingo, 19 de enero de 2020

Ascendiendo


¡Qué tiempo tan feliz! Enrique tenía 5 años, Alberto 4 y Lu acababa de nacer. Fueron creciendo, creciendo y creciendo..., hasta nuestros días. 

Alberto cumplió el miércoles 32 años. En la foto de pequeño se tapaba la cara con sus manos, ahora esconde sus facciones tras una espesa barba.

Y yo, más ancha que una carreta con mis guardaespaldas, celebrándolo. De izquierda a derecha: Alberto, Lu, lo que queda de la mami, Enrique el primogénito y el patriarca de la familia.


                 El mes próximo le toca al "peque", pero ese será otro capítulo.

                ¡Que seas muy feliz, Alberto!

 

jueves, 9 de enero de 2020

¡Cuántas veces...!


Abro la ventana de la nostalgia y miro

-a través de los retratos de toda una vida-

cómo se han desdibujado los sacrificios

y los renunciamientos para enaltecer

todo lo que, desde el prisma del tiempo,

ahora parece tan misteriosamente hermoso.

¡Cuántas veces me rompí procurando no hacer ruido con los añicos!

¡Cuántas veces me escondí anhelando una disculpa y la melodía de un abrazo!

¡Cuántas noches desperté para velar tu sueño!

Hoy todas esas sensaciones,

que deambulan como sombras  

por mi alma color sepia,

caben en un gran suspiro.
 

Llueve tras los cristales de los recuerdos.
 
 
 

sábado, 4 de enero de 2020

Carta a SSMM los RRMM 2020



                                        Carta a SSMM los RRMM 2020

La tristeza me asaltó mientras deambulaba entre la gente por la calle atiborrada de luces, en los albores de un invierno disfrazado de primavera, y sentí que me invadía una profunda y aplastante decepción por el mundo en el que inevitablemente habito y que me engulle sin masticarme siquiera. Estar triste es un derecho que nos humaniza, siempre y cuando no se convierta en tristeza crónica.

Mañana amaneceré alegre, lo tengo decidido. Y llegaré con una sonrisa hasta el próximo solsticio.

Quedan pocos días para la noche más mágica, y estoy ultimando mi carta para SSMM. Algunos puntos de mi lista de peticiones ya los tengo claros.



-366 días de felicidad moderada, desbordante en momentos puntuales, compartida con los que quiero.

-Cuatro abrazos sinceros y apretados diarios, como poco, de la misma o de distintas personas queridas.

-Sonrisas y palabras amables para decorar cada minuto de esta nueva década, y un frasquito de optimismo con dosificador.

-Un titular para abrir los telediarios, en los primeros días del año: “Cataluña vuelve a estar tan orgullosa de su españolidad, que entierra sus planes de independencia”.

-Un jarabe instantáneo para los dolores del alma y una varita mágica para curar todos los males del cuerpo.

-Un manantial universal y gratuito de amor eterno.

-Un aire puro que podamos respirar todos los seres vivos de la Tierra, y un cielo azul que nos inspire poesías, sin necesidad de Gretas.

He sido razonablemente buena este año, así que espero que mi regalo, o parte de mi pedido, sea posible.


Que así sea.