Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

jueves, 22 de agosto de 2019

Leti con c


Si fuera con z, estaríais pensando en otra Leti de la realeza. Pero no, su apellido es Sabater, aunque podríamos decir que su atrevimiento también es real. Esta mujer es incombustible, y en su afán por reinventarse, ahora se ha inventado una nueva ocupación laboral: escritora. Sí, sí, amenaza con publicar una novela perfumada de aroma septembrino, en los albores del otoño.


Según declara, se trata de una historia de ciencia ficción, ambientada en New York, en la que una joven acaba convirtiéndose en superheroína. Confiesa que, aunque tiene tintes autobiográficos, es pura invención. Aclara que pasó varias noches sin dormir para escribirla… (No precisa si a base de “salchipapa” y “polvorrón”). Menos mal que… “¡A mediodía, alegría!”. Toda ella es fantasía, y ahora un reclamo para las musas de las letras. No como Santiago Posteguillo, pobre, que pasó varios años investigando desde diversas fuentes para concebir su “Yo, Julia”, por la que mereció el último Premio Planeta.


Se me caen los palos del sombrajo, como diría mi padre, al ser testigo del despropósito por el que esta polifacética mujer, imbuida tal vez por el espíritu de Leonardo da Vinci, tiene la suerte de publicar su obra ¿literaria?, mientras escritores anónimos archivan sus relatos o poemas, incapaces de encontrar el respaldo editorial necesario para darlos a conocer y, menos aún, para vivir de ellos.  
Lo peor de todo es que habrá compradores interesados en esta lectura. Formamos parte de una sociedad en la que todo hijo de vecino tiene que demostrar su cualificación para trabajar en un oficio, excepto los políticos y los que viven del cuento.


Como decía Cantinflas: “Cinco años estudiando leyes, para ver políticos sin estudios haciendo leyes”. 


Y así vamos tirando, opositando a gilipuertas.


JD 2019


Por décimo año consecutivo me apunto nueva victoria pírrica frente a la muerte, a sabiendas de que no podré ganarle la guerra.
Por décimo año consecutivo me expongo a juicios y prejuicios que me la traen al pairo, ventaja incuestionable inherente al hecho de haber cumplido 59 primaveras.
Por décimo año consecutivo juego a poner de manifiesto las cicatrices que el tiempo va grabando en mi anatomía, como en la de todos.


Y por décimo año consecutivo me congratulo de tener buen humor y ánimo para continuar con este reto autoimpuesto, obviando las consideraciones que un diablillo encarnado me susurra al oído, encaramado sobre mi hombro.


Sea como fuere, aquí publico este testimonio gráfico anual, siempre desde las mismas coordenadas geográficas, para regocijo de algunos y disgusto de otros.


                              Paz y amor.
 Secuencia completa desde 2010, en el siguiente enlace:


                                   BYE


viernes, 9 de agosto de 2019

Mosaico de Orfeo santamartense


 
Desde estas líneas quiero sumarme a una reivindicación lanzada reiteradamente por mi paisano Manuel Pintor Utrero -que estoy segura respaldan todos los santamartenses-  sobre un descubrimiento arqueológico en nuestro pueblo. 

Se trata de un mosaico de la época romana, en cuya escena aparece Orfeo, con una lira de diez cuerdas, rodeado de animales, en la que predominan los colores blanco, negro y ocre. 

Fue hace casi un siglo cuando el barcarroteño Virgilio Viniegra Vera, destinado en Santa Marta como jefe de Telégrafos, encontró esta joya en el paraje denominado “La Atalaya”. Gustaba este personaje de recorrer los campos con las primeras luces del alba, y escribir después sus andanzas, experiencias e investigaciones. En un primer momento, el diario madrileño ABC se hizo eco de la noticia de este hallazgo, que seguidamente se difundió por los periódicos pacenses. Un cronista que visitó las excavaciones pudo comprobar en persona la espectacularidad del pavimento, de unos cuarenta metros cuadrados, en una habitación central entre otras dos estancias que, según entendidos en la materia, es de fecha postconstantiniana. 

En junio de 1925, unos meses después, fueron a visitarlo el Gobernador Civil, el Presidente de la Diputación y el Alcalde de Badajoz, que era asimismo Director del Museo Arqueológico y Delegado de Bellas Artes. Estas autoridades provinciales impulsaron la creación de la Asociación Arqueológica, que se encargaría de custodiar, reparar y velar por el monumento. Pero dicha Asociación perdió relevancia antes de reunir el dinero necesario para levantar una casita y cubrir con tierra el solado.

Las ruinas romanas, declaradas monumento histórico artístico de interés nacional poco después de proclamarse la República, se fueron deteriorando con el paso de los años ante la indiferencia de todos, quedando reducidas al mosaico principal.

Fue en 1.974 cuando Patrimonio Nacional trasladó los restos al Museo Arqueológico de Badajoz, con la intención de restaurar y exponer la escena. Y en sus sótanos permanecen embalados, según la base de datos, por la enorme dificultad que supone recomponerlo.

Santa Marta quiere recuperar lo antes posible ese preciado mosaico romano y poder exhibirlo en su Museo Etnográfico, para disfrute de paisanos y visitantes, y también como justo homenaje a su descubridor, Don Virgilio Viniegra Vera. No cejaremos en nuestro empeño hasta lograr nuestro objetivo.