Me paso media vida pelando
patatas, tendiendo la colada y haciendo acopio de víveres para llenar la
nevera, lo que limita mucho el tiempo que me gustaría dedicar a leer y a
escribir. Pero he de callar con resignación, porque es la vida que yo me he
buscado, antes de caer en la cuenta de los sacrificios, económicos y personales, que me costaría ser
madre de familia numerosa, a la par que maestra de escuela en activo. Me he
esforzado en dar ejemplo de responsabilidad a mis hijos, un modelo que ellos
pudieran imitar en cuanto a constancia y afán de superación, y sería para mí
motivo de orgullo y satisfacción haberles transmitido esos valores.
Me da pena
oírles lamentarse de la situación que atravesamos de un tiempo a esta parte,
sobre todo en estos momentos que han entrado en el mundo laboral, o están en
puertas de acceder a él, por edad y por currículum académico. Les cuesta
admitir que lo que les he inculcado sea el camino a seguir, si quieren triunfar en la vida, cuando
corroboran cada día que los que viven mejor son los que más ponen el cazo, los
que más meten la mano en el cajón y los que más se aprovechan del prójimo, sin
importarles a quien pisan la cabeza, a quien tiran del tren en marcha, o a
quién hunden en la más sórdida de las miserias. Me avergüenza enormemente que
encabecemos las listas mundiales de corruptos y defraudadores.
Mucho daño debió
hacer en nuestra sociedad la novela picaresca, que seguimos forjando lazarillos
en el siglo XXI, a imagen y semejanza de los del Siglo de Oro, pero corregidos
y mejorados con nuevas tecnologías, acordes al tiempo actual. España tiene el
dudoso privilegio de ser la cuna de corruptos y ladrones más fecunda de Europa.
Pero, por si fuera poco, a los perjudicados ciudadanos de a pie, deben tomarnos
por gilipollas, o lo que es peor: lo somos si tragamos, si comulgamos con
ruedas de molino, si nos creemos las burdas mentiras que nos quieren colar.
A mí es que me sube la
bilirrubina. Leer en la prensa que el jopu de Bárcenas se ha apuntado al paro,
cuando está demostrado que tiene tantos millones de euros en cuentas suizas,
que soy incapaz de procesar semejante cifra, me produce sarpullidos. Es una
burla, una ofensa para los millones de familias que malviven de una prestación
la mitad de la mitad de lo que a este sinvergüenza le corresponde (¿he escrito “corresponde”?
Madredelamorhermoso…). Pensar que ese
paro se lo van a pagar de lo que a mí me descuentan de mi nómina, me da
náuseas. Hablarles a mis hijos de
consideraciones éticas, morales o religiosas, cuando estafadores y delincuentes
ocupan día tras día las portadas de la prensa, y nos desvelan el tren de vida
que han llevado, y que les quiten lo bailado, viene a ser como hacerle una
manola a un finado. Porque ahora les han trincado, pero ya se las apañarán para
poner a salvo un buen botín, y poderlo disfrutar cuando les apliquen un
indulto, que llegará, al tiempo… Eso, si los enchironan, que no somos más
tontos porque no entrenamos.
Y salgo de Poncio, y me meto en
Pilatos. El yernísimo, el pobre, que no tiene ni trabajo ni para pagar la hipoteca… Pues,
mira, listo, por lo menos tú tienes una familia política que no va a dejar a
tus retoños en la calle, ni pasando hambre o calamidades. Por mí, te puedes
meter debajo de un puente y acudir a
algún comedor social, que otros más necesitados pero más honestos que tú
se han visto en la obligación de hacerlo. Aunque, si es verdad que la ley es
igual para todos, no tendrás que preocuparte de esas menudencias tan básicas,
porque en la cárcel estarás como un rey.
Si es que me pinchan, y echo pus.
Al señor Rajoy y sus compañeros de circo, les recordaría la famosa frase de
Abraham Lincoln: "Se puede engañar a algunos todo
el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el
tiempo". Arrieritos somos, y en el camino nos encontraremos, usted y todos
los enanos que le están creciendo, que no son pocos. Hipócritas, farsantes y
demagogos de pacotilla, haciendo causa común con los amos del dinero, los banqueros,
vapuleando el mundo, hasta que los débiles se subleven y reescriban la historia
desde cero.
Pero la
vida continúa, los fanáticos son capaces de pagar 500 euros por una entrada de
fútbol en la reventa, con tal de ver un partido del Barça/R. Madrid; el estado gasta un presupuesto indecente en la
participación de España en el Festival de Eurovisión, y seguro que más de uno
se lucra con el “importante” evento; y en la gala de los Goya (¡ay, estos
artistas!), se proclaman discursos grandilocuentes reivindicando justicia
social, pero quien habla lo hace embutida en un vestido de 8.500 € y con joyas
valiosísimas de Búlgari. Eso me parece de un cinismo insultante, señora Verdú.
Como se suele decir, “con buena picha, bien se jode”. Pido disculpas si con
esta forma de expresarme hiero la sensibilidad de algún docto e ilustre lector,
pero es fruto inequívoco de mi explosiva y creciente indignación e impotencia.
Yo
seguiré descontando mis vales/descuento de compra en mi supermercado habitual, reduciré
a la mínima expresión mi presupuesto en ocio y diversión, tunearé algún
modelito pasado de moda para ponerme divina de la muerte, cuando lo requiera la
ocasión, y me darán caballo por ternera en las albóndigas de Ikea, pero lo que
no van a conseguir es darme gato por liebre estos hijos de mala madre.
Qué a
gusto me he quedado, por Dios.
Hasta el próximo post. CLIC.