Este marido mío le ha cogido afición a los quirófanos, y dos meses y medio después de operarse de dos hernias cervicales, ha vuelto ayer al taller de reparaciones para intervenir el túnel cubital izquierdo. Lo estoy tuneando un poquino, para que me aguante otra temporada en plenitud de facultades. Una vez instalado en su habitación, esperó pacientemente que le trajeran un camisón de su talla, porque el que le habían dejado sobre la cama no le abarcaba su extensa anatomía.
La espera fue larga, pero llevadera gracias a un buen libro y a la buena compañía. Tres horas después de llevárselo a las mazmorras, me lo devolvieron...
Traía el brazo envuelto, no en papel de regalo precisamente. Cuando le curaron por la mañana, antes de darle el alta, pude ver e inmortalizar el desaguisado.
Pero, afortunadamente, ha pasado el día en casita sin dolores fuertes dignos de mención. Así que, ¡listo para la próxima!
¡BYE!