Yo creo en los milagros. El de
los panes y los peces puede interpretarse de distintas maneras, según las
vivencias del que esté leyendo ese pasaje de la Biblia, como tantos otros a los
que asistimos de manera habitual sin apenas darnos cuenta.
El milagro más grande al alcance
de nuestra vista es el de la vida, tanto para el que es testigo desde fuera de
cómo va creciendo un vientre fértil como, sobre todo, para la mujer que siente
la mágica sensación de dar vida a un nuevo ser dentro de su seno materno.
Hoy he vuelto a hacer madalenas
caseras. Es indescriptible la cara de sorpresa que se me queda mirando el horno
cuando la masa comienza a crecer y va dorándose poco a poco. Otro milagro
simple de la rutina doméstica al que tenemos el privilegio de asistir en vivo y
en directo. Y lo mejor de todo, están de lujo. Me he comido dos acompañando un
café cuando todavía estaban calientes.
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