Hemos terminado el curso 2018/2019 el pasado viernes 21 de junio, festividad de San Luis Gonzaga, coincidiendo con el comienzo de nuestra esperada feria de S. Juan.
Como viene siendo costumbre, a mediados de semana, (ya sin controles ni materia nueva que impartir), nos concentramos en el patio a primerísima hora -esquivando los calores propios de esta época, que este año se han retrasado unos días para regocijo de alumnos y docentes-, para asistir a la exhibición de coreografías grupales de 3º, 4º, 5º y 6º de primaria.
Estas composiciones de grupo forman parte de las actividades de Educación Física en el tercer trimestre, valederas para evaluar una serie de estándares de aprendizaje.
Las planifican y ensayan en cada grupo, siguiendo las instrucciones de una rúbrica que recoje todos los aspectos en los que baso mis puntuaciones, como número de miembros, sincronización, ritmo, originalidad, trabajo en equipo, esfuerzo, puesta en escena, solidaridad con todos los alumnos de la clase, etc...
Para que el espectáculo no se alargue excesivamente, solo actúan aquellos equipos de cada curso con mayor calidad de movimientos o una vistosidad especial, requisito que para los más artistas supone una motivación extra.
Cada grupo trae su música en un pen compatible con el equipo de megafonía, que previamente y con aviso tiene instalado Jose en el patio.
Actuaron primero los más pequeños, de tercero, y acabaron los de sexto, ante un público atento, desde Infantil hasta toda la Primaria, acompañados de sus tutores.
En esta ocasión han proliferado las músicas latinas, tan de moda, que ocupan los primeros puestos en Youtube o Spotify, y suenan machaconamente en todas partes. Otros años algún grupo se atrevió a montar una coreografía sobre un tema más antiguo, o basada en un musical clásico, pero no en esta gala.
La participación femenina en la gala fue mayor, pero hubo grupos masculinos sorprendentes.
Ha comenzado la cuenta atrás para celebrar este evento el curso próximo. Todos son conocedores de esta tradición en el colegio, y los más precavidos comienzan desde el primer trimestre a seleccionar músicas y a ensayar algunos pasos, sobre todo los mayores.
No todo van a ser números, letras, ciencias, historia, geografía o idiomas. Hay que cultivar también el cuerpo, el espíritu, la sensibilidad musical y las relaciones personales.
Todo suma para formar a las personitas que tenemos como alumnos, porque ellos son nuestra esperanza de futuro.
Con música todo es más agradable, y la expresión corporal es un buen cauce para liberar tensiones y conectar con los demás.
¡Nos vemos de nuevo en este blog dentro de doce meses!