Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 18 de mayo de 2014

Caballeros y damiselas

 
El “cara a cara” celebrado la semana pasada entre dos cabezas de lista para las elecciones europeas, Arias Cañete y Elena Valenciano, ha servido para colmar de titulares los medios, pero el meollo de las políticas de ambos se quedó diluido entre reciclados dardos demagógicos, dejando flotar  en la superficie una pura anécdota, manida hasta la saciedad, de la que, como mujer, estoy hasta los borlones. La paridad, concepto que ha preocupado y ocupado tiempo y esfuerzo desde los albores de nuestra historia democrática, me ha parecido siempre una parida. La capacidad intelectual de hombres y mujeres para ejercer un cargo político es equiparable, me la trae al pairo si son XX o XY: deben ser honestos, estar preparados en su parcela política y sacar las uñas para defender los derechos de sus votantes, y en el panorama actual no todos cumplen a rajatabla esas recomendables características, al margen de su mapa genético. 
Las banderas del machismo y el feminismo dejarán de ser lo que son cuando no sirvan de argumento para escondernos detrás de nuestras inseguridades. 
No sé quien ganó el debate, dejé de verlo cuando a Cañete se le empezó a acumular en las comisuras de la boca un resto de yogur, de aquellos que él presumía de comer caducados.
 
 

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