Para las que somos madres, que
cada primer domingo de mayo se marque en el calendario para que algunas tiendas
hagan su agosto a nuestra costa, no significa que la categoría de la que
hacemos gala sea flor de un día. Somos MADRES desde que cruzamos nuestra mirada
con la de nuestro bebé, y lo seremos ya eternamente desde ese mágico momento.
No voy a entrar en disquisiciones
del psicoanálisis freudiano, sobre envidia del pene o envidia del vientre, pero
a pesar de los pesares, yo nunca renunciaría al privilegio que me ha sido
concedido, por mi condición de mujer, de concebir una vida, ver cómo crece en
mi interior, estar en comunión con ese ser, y traerlo de la mano a este mundo
con ayuda de unos cuantos empujones, hasta asistir a la culminación del más
grande milagro de la Creación.
Hoy es nuestro día especial. Hoy
deberíamos ser las protagonistas y desempeñar el papel de reinas que, en
general, nos merecemos. Así que, estoy deseando recibir mi ración de reconocimiento
en forma de dulces palabras, tiernos abrazos, considerados detalles y cariñosas
felicitaciones.
Mi madre luce esa sonrisa a sus
88 años, y espero que tarde mucho tiempo en borrarla de su cara.
¡Felicidades,
mamá!
Y ahora, espero recibir las
felicitaciones que me corresponden por méritos propios y por partida triple.
Para todas las madres,
¡que paséis un domingo muy especial con vuestros hijos!
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