Procrastinar
es un ejercicio que forma parte de la filosofía de vida de gran número de
personas, en mayor o menor medida. Tendemos a postergar sistemáticamente muchas
de las tareas pendientes para coleccionarlas en una larga lista de espera, y
adelantamos otras que, siendo más irrelevantes, las consideramos más
placenteras o gratificantes. ¿Pereza, desinterés, debilidad de carácter…? Un
poco de cada.
Y eso que a todos nos han repetido en alguna ocasión el refrán:
“no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Según los medios de
comunicación, hay un 30/% de votantes que aún no han decidido qué papeleta van
a introducir en la urna el domingo. Que si he quedado para unas cañas, que si
tengo entradas para el cine, que si me voy a echar una siestecita, y no llega
el temido momento de tomar una determinación. Yo, después de mucho meditar, he
llegado a una conclusión: “no sé a los que sí, pero sí sé a los que no”. Algo
es algo, y mi trabajo me ha costado resumir mis intenciones en ese retruécano.
Durante la jornada dominical terminaré de deshojar la margarita. Estoy
impaciente por saber si lo quiero o no lo quiero.
Publicado en "Cartas al Director" del diario HOY el sábado 23 de mayo de 2015.
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