Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

martes, 19 de mayo de 2015

Cuenta atrás (“Estampas” – VIII)





                            Cuenta atrás

                      (“Estampas” – VIII)


La imparable cuenta atrás comenzó con el primer soplo de aire que me inundó el pecho y explotó con mi primer llanto.

Imparable, inmisericorde.

Y cuando el segundero se frene en seco, se abrirá el infinito y me alejaré de todo cuanto me acompañó mientras pude arrancar las hojas del calendario. De todo me despojaré y solo podré portar mi desnudez y mi verdad.

Se irán empequeñeciendo en la distancia los que amé, hasta quedar reducidos a un punto imperceptible.

De igual manera, los gorriones que comían las migajas que yo sacudía del mantel en mi patio.

Mis muebles de casa, con su fina capa de polvo, que dicen que protege la madera.

Mi coche, con su feo ruido al coger las curvas a la izquierda y su rebelde palanca de cambios.

Mi cesto de la ropa, que nunca está vacío.

Mi nevera, con esa masa quebrada, inquilina de honor, que nunca me da tiempo a utilizar en algún plato.

Mis armarios repletos de ropa pasada de moda y zapatos dignos de formar parte del inventario de una tienda de antigüedades.

El cuarto de baño de los niños, con esos lavabos decorados a cualquier hora de cualquier día de pelos, que parecen proliferar como las malas hierbas.

Mi portátil sobre la mesa, esperando que alguien teclee la contraseña para desperezar sus obsoletos circuitos.

Mi escoba en su rincón, con la he bailado, hablado y volado como una bruja de cuento.

Mi cementerio de papeles sin revisar, a la espera de algún destino, aunque sea el contenedor.

Mi bolso-farmacia-neceser-tarjetero-billetero-muda de emergencia, en el que es misión imposible sacar el móvil a la primera.

Esa lista de la compra, con algunas tachaduras, sujeta con un imán a la puerta del frigorífico.

 

Mis lágrimas y alegrías, mi orgullo,


mi soberbia, mis fracasos y mis triunfos,


mis ilusiones y las decepciones


que derrumbaron mi mundo,


los besos y los abrazos,


las traiciones y el


calor de los afectos,


las envidias, los celos


 y los proyectos.


Nada vendrá conmigo


en mi último trayecto.


Cuando esta cuenta atrás


desentrañe el punto cero,


quedarán atrás los odios,


se olvidarán los “te quiero”,


ya no habrá ni sol ni luna,


ni estrellas en el sendero,


ya no quedarán caricias,


 ni mar,


             ni tierra,


                            ni cielo.

 

 

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