Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

martes, 10 de marzo de 2015

CHITEAR



Dícese de la emisión de quejidos lastimeros, producidos por dolor, similares a la onomatopeya de la chimpancé mundialmente conocida por el nombre de Chita, compañera de andanzas por la selva y fiel amiga del archiconocido personaje Tarzán, salido de la invención y la pluma del escritor Edgar Rice Burroughs.


A falta de la acuñación de este término por la RAE, que hizo acopio de muchos nuevos hace no mucho, mi marido se ha tomado la libertad de adjudicárselo para su diccionario particular, y de paso para el mío, que tendré que incorporarlo a mi vocabulario para, al menos, entenderlo y procesarlo cuando mi cónyuge haga uso de la expresión.


Así, es habitualmente frecuente que me afirme recién levantado: esta noche has “chiteado” mucho, en alusión a mis grititos de dolor cuando mi hombro lesionado se somete a un cambio de postura de mi cuerpo serrano en la cama, en sueños, y se hace presente mi capsulitis adhesiva, dolencia conocida familiarmente como “hombro congelado”, que incapacita para la movilidad natural de la cintura escápulo-humeral y, de paso, me fustiga con un impenitente dolor que me tiene machacada y acobardada, de día y de noche, en reposo y en movimiento, y que mi santo varón bien conoce porque le produce varios episodios de vigilia nocturna cada noche, desde hace varios meses.


Así que, no lo olvidéis: yo chiteo, tú chiteas, él chitea, nosotros chiteamos, vosotros chiteáis, ellos chitean. Presente de Indicativo del verbo “chitear”= chillar con la a reiteradamente, como la mona Chita. 


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