Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.
El sábado fue un día muy especial, y para celebrarlo con alegría acompañó el tiempo. Jornada de campo entre buenos amigos, que además son compañeros de trabajo. Nuestra Conchita nos convocó para celebrar su cumpleaños, pero con una alegría añadida: estrena su jubilación, esa a la que todos aspiramos en algún momento de nuestra sacrificada vida laboral.
Comimos, bebimos, recibió sus regalos y sopló las velas de la tarta con la ilusión de inaugurar una jubilosa etapa en el libro de sus días, con proyectos, viajes, amigos, familia y, por supuesto, sus animalitos de compañía.
Queda la fiesta grande, con todo el claustro y despedida formal de tus actividades docentes, eso será en diciembre, probablemente. Hasta ese momento, sirva esta entrañable reunión previa como un pequeño adelanto.
Te queremos como tú bien sabes, y esto no es una despedida, porque estoy segura que seguirás vinculada a tus compañeros y a este colegio nuestro que es testigo de tu historia desde tu más tierna infancia, que te ha visto crecer, madurar, trabajar, disfrutar y también sufrir en ocasiones puntuales.
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