Hay días que llego tarde a casa
de trabajar, y tengo que volver después de comer. Cuando hay poco tiempo para
cocinar es necesario echar mano de recursos, que probablemente no son los
mejores, pero ayudan a salir del paso.
En esta ocasión, he hecho una buena
olla de albóndigas, un plato único contundente y exquisito.
Sobre un fondo de buen aceite de
oliva virgen extra de Santa Marta de los Barros, se prepara un sofrito de
cebolla, ajo, pimiento rojo y pimiento verde. Cuando está pochadito, voy
poniendo las albóndigas, que he de reconocer que en esta ocasión son de
Mercadona, una bandeja de 24, que dan el apaño. Les doy una vueltita, y cuando
empiezan a dorarse, incorporo un buen chorreón de vino blanco.
Dejo que se evapore el alcohol, y
seguidamente añado: un bote de tomate natural triturado, una cayena, una hoja
de laurel, dos pastillas de caldo, zanahoria en rodajas, una rodaja de calabaza
finita en trocitos, un puñado de judías verdes, y una patata por comensal a
taquitos.
Lo cubro de agua, con un poco de
cúrcuma y perejil picado. Le doy un pitazo en la olla hasta que las patatas
estén tiernas, y… ¡a comer!
¡De toma pan y moja!
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