Pocas cosas pueden ya sorprendernos en los tiempos que nos ha tocado habitar este valle de lágrimas. Decía Einstein que es en la crisis donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias, y qué razón tenía. He leído en alguna parte que una empresa británica se publicita ofertando mujeres para llorar en los funerales, sobre todo de aquellos que no tuvieron muchos amigos en vida que le despidieran en su final. Una original manera de ganarse el sustento, aunque sea a costa de la muerte de los otros.
Ya en época del profeta Jeremías existía la figura de
las lamentatrices, que continuaron existiendo entre los griegos y los romanos,
aunque solo los ricos podían alquilar a estas lloronas de pago. El negocio
inglés ofrece sus servicios para llorar durante el funeral, que el muerto no
esté en ningún momento solo, y atender amablemente a los familiares y demás asistentes,
por el “módico” precio de 57€/hora. Previamente deben informarse de la vida del
difunto, como si lo hubiesen conocido, sin incremento adicional.
Si estás en
paro o quieres complementar tus ingresos sustanciosamente, llora por contrato.
Aunque tengas que recurrir a una cebolla escondida en el pañuelo o rememorar la
muerte de Chanquete al compás de unas lacrimógenas sevillanas.
Publicado en 'Cartas al Director' del diario HOY el viernes 1 de abril de 2016.
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