Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

jueves, 10 de marzo de 2016

Éxodo



En ocasiones desconecto de la actualidad como mero ejercicio de higiene mental. Me satura corroborar hasta qué punto nos miramos el ombligo, evitando percatarnos de lo que pasa un poco más allá de nuestras narices. Hace demasiados días que nuestros “elegidos” andan ocupados con sus escarceos y pugnas por el poder, más propios del patio de cualquier colegio que del Congreso de unos señores Diputados. 



Pero hace más días aún que miles de personas se hacinan en campamentos improvisados, en condiciones infrahumanas e insalubres, con hambre y con frío, enfermos y con sus ropas mojadas, en un desesperado intento de huir de guerras y de opresión, sin que los gobiernos les tiendan una mano para que sobrevivan dignamente. Les llaman refugiados, pero más bien son rechazados, repudiados, rematados. No hay voluntad de ayudarlos, de acogerlos. 


Fernández Díaz manifiesta que “España no puede bajar la guardia”, porque al cerrarse algunas fronteras y prohibirse el tránsito en algunos países, los ilegales buscarán nuevos puntos para acceder a la Unión Europea, y el flujo migratorio se trasladará de sitio, agravando el problema. 




El éxodo es ya imparable, y nosotros cada día más insensibles a las desgracias ajenas.



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