Queridos magos, reyes o mendigos,
eso da igual:
Como maestra que soy, pido en
estos primeros días del año un cuadernillo en el que pueda anotar cada día lo
que sueño alcanzar, y a qué me comprometo para conseguirlo.
Para poder anotar las penas que se
me indigestan en el corazón y la purga necesaria para vomitarlas cuando el
dolor se haga insoportable.
Anotar a diario las pequeñas
alegrías y las canciones que me hacen danzar en el salón de la rutina, sin
miedo al qué dirán, liberando el cuerpo de las cuerdas de lo correcto.
Registrar las veces que soy
sincera, las veces que me devuelven una mirada de decepción, las veces que me
rebelo ante una injusticia.
Tomaré nota de los colores del
cielo en cada amanecer y de la luz que dispara el horizonte en cada crepúsculo,
para inundar de belleza mis recuerdos.
Podré anotar si tus ojos todavía
brillan cuando me miras, y si yo aún siento mariposas en la barriga cuando te
veo llegar.
Anotaré si después de una noche
de insomnio y dolor soy capaz de estar donde debo estar, sin que nadie eche
nada en falta.
Registraré cada beso sin horario
y cada abrazo sin calendario, cada sonrisa y cada palmada en el hombro.
Apuntaré las veces que me
mantengo erguida mientras todo a mi alrededor parece derrumbarse.
Tomaré nota de las horas de
soledad entre la muchedumbre, con la única compañía de mis fieles pensamientos.
He sido razonablemente buena este
año, así que espero que mi regalo sea posible.
Buen viaje de vuelta,
Maribel.
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