Viajando cual marea se mecen
los recuerdos. Arrastran las emociones,
escupiendo mil momentos,
y van a morir a la orilla
entre olas de agonía,
de sueños, de pensamientos,
vomitando entre su espuma
lágrimas y alegrías,
tormentas y sentimientos,
proyectos y desengaños,
algún "te quiero" no dicho,
algún arrepentimiento,
alguna ilusión perdida,
algún entrañable gesto.
Es la noria de la vida,
nunca sufre desaliento.
La luz se apagó aquel día
y el aire susurró triste
dos suspiros macilentos,
preguntas sin respuesta,
respuestas de silencio,
promesas enterradas,
abrazos en el viento.
Es la noria de la vida,
nunca sufre desaliento.
La veo girar indolente tras las sombras de
un gran bosque de esperpentos.
El tiempo se nos retuerce
en las manos y en el alma,
como en la vid el sarmiento.
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