No
voy a negar que hago ímprobos esfuerzos por no ahogarme en este revuelto mar de
dudas en el que navegamos. Se desmoronan nuestras convicciones como un castillo
de naipes.
Con la U: alto y guapo, presuntamente enamorado, padre potente, el
yerno ideal para cualquier suegra, y en cuanto le hemos besado, se nos ha
convertido en rana, y no de cuento precisamente.
Con la P: sin piernas desde la
más tierna infancia, sus prótesis de fibra de carbono y un afán de superación
solo al alcance de un héroe, le hicieron coronar las cumbres más altas de la competición,
para caer en picado ante los ojos de la opinión pública por un turbio asunto
con desenlace de muerte.
Con la V: pequeño pero poderoso estado, cuya cabeza
visible renuncia voluntariamente a su cargo, por razones que algunos achacan al descubrimiento de un
informe secreto sobre luchas internas de poder, de dinero y de sexo, que
inmediatamente los interesados han desmentido.
Con la M: agencia de detectives
que no sabe lo que es el paro, y espía a los buenos y a los malos, aunque
ahora, en medio de un monumental escándalo, todos lo nieguen.
Miedo me da lo
que está acaeciendo. Y el miedo apaga la fe.
Publicado en la sección "Cartas al Director" del diario HOY, el lunes 25 de febrero de 2.013.
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