Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 17 de febrero de 2013

ARENAS MOVEDIZAS



Motivos para estar, como estoy, confundida, los tengo a espuertas. Me estoy hundiendo en las arenas movedizas de un presente que me apabulla, y no veo a nadie disponible para echarme un cable, sino todo lo contrario, para pisarme la cabeza. Removerme no hará más que acabar antes con mis esperanzas de supervivencia. 


Todo se derrumba a mi alrededor como una casa de paja en medio de un huracán. Yo me veo obligada a hacer cada día encaje de bolillos para resistir las fatigas de las carencias, mientras asisto estupefacta al desvergonzante espectáculo del despilfarro de unos pocos a costa de mis sacrificios. Aquellos a los que hemos entregado ingenuamente las llaves de nuestro destino más inmediato, nos han defraudado descaradamente, pero ellos mismos y los suyos han sabido ponerse a salvo. Cierto es que a unos pocos les han pillado con las manos en la masa, aunque no están cazados todos los que son, ni computados todos los sobres. 


Lo que me faltaba por conocer es la inevitable decadencia de una monarquía que ha sido ejemplar y motivo de orgullo y satisfacción, bailando en la cuerda floja por culpa de ambiciones plebeyas inconfesables e inconcebibles. La democracia ha pasado de padecer una gripe, a entrar en coma profundo por un fulminante cáncer de pulmón. Esto tiene muy mala pinta, se mire por donde se mire. Cómo será la que tenemos encima, que hasta el Papa renuncia por incapacidad para afrontar las responsabilidades, o porque se ha convertido en un grano en el culo para la curia, vaya usted a saber. 


El mundo se desmorona, ya han empezado a “llover” desde el espacio fragmentos de nuestras ruinas. Miedo me da la llegada de la primavera, con sus alteraciones de la sangre, sus molestas  alergias y sus flores, sobre todo desde que las flores oyen y tienen memoria ram.  Antes, por lo menos, nos quedaban el deporte y sus dioses del Olimpo. Pero también la podredumbre les ha alcanzado, envuelta en fraudulentos sistemas de dopaje, en escabrosos resultados pactados, y en inexplicables episodios de agresiones de muerte. 


Ya no puedo creer en nada ni en nadie, incluso la lectura de la Biblia me inquieta, ¿cómo interpretar, sin ir más lejos, a S. Malaquías…? Durante una visita a Roma, él tuvo una visión: la de los 111 Papas hasta el final de los tiempos. Benedicto XVI hace el número 111. Al final de esta lista, dejó una escritura escalofriante junto con un Papa sin número: “Durante la persecución final de la Santa Iglesia Romana, su asiento será ocupado por Pedro el Romano, quien apacentará a sus ovejas dentro de muchas tribulaciones, tras lo cual, la ciudad de las Siete Colinas será destruida, y el terrible Juez vendrá a juzgar a las personas”. Algunos especialistas dicen que el último Papa no tiene número porque acreditan que será uno que estuvo anteriormente. “La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”. Apocalipsis, 17:11.




Que Dios nos coja confesados, qué yuyu…

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