Viene a mi memoria la letra de una maravillosa melodía:
"¿Quién quiere vender conmigo la paz de un niño durmiendo, la tarde sobre mi madre, y el tiempo que estoy queriendo? Vendo en una cesta el agua y la nieve en una hoguera, y la sombra de tu pelo cuando inclinas la cabeza."
En su carta al Presidente de los EEUU, contestando a su requerimiento de comprarle sus tierras, el indio Seattle, gran jefe de los pieles rojas, decía:
"¿Cómo intentar comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? La idea nos resulta extraña. Ya que nosotros no poseemos la frescura del aire o el destello del agua. ¿Cómo pueden comprarnos esto? Lo decidiremos a tiempo.
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi gente. Cada aguja brillante de pino, cada ribera arenosa, cada niebla en las maderas oscuras, cada claridad y zumbido del insecto es santo en la memoria y vivencias de mi gente."
" El Indio prefiere el agradable sonido del viento lanzado sobre la cara del estanque, olfatear el viento limpio por un mediodía de lluvia o esencia del pino. El aire es algo muy preciado para el piel roja. El hombre blanco parece no notar el aliento del aire. Como un agonizante de muchos días, está aterido para olfatear."
Yo me cuestiono si hoy en día el género humano está más cerca del hombre blanco o del piel roja.
¿Es posible en la actualidad pretender vender esperanzas o comprar amaneceres? La respuesta flota en nuestro turbio ambiente.
" Si les vendemos nuestra tierra, ámenla como nosotros la hemos amado. Preocúpense de ella, como nosotros nos hemos preocupado. Mantengan la tierra como ahora la adquieren, con toda su fuerza, con todo su poder y con todo su corazón. Presérvenla para sus hijos, y ámenla como Dios nos ama a todos nosotros. Una cosa sabemos; su Dios es nuestro Dios. La tierra es preciosa para EL. Ni el hombre blanco está exento de su destino."
A veces sueño con un mundo donde es posible escuchar los pensamientos, leer el corazón, dejar huellas eternas en la arena, respirar amistad, pintar en el aire la alegría, dormir bajo un manto de estrellas, tener del tiempo una noción circular para saborearlo sin prisas...
A veces sueño compartir el cielo, sin que el sol ciegue mis anhelos.
PAZ y AMOR
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