Por fin la madre de unos alumnos míos me ha grabado un CD con fotos de la exhibición del martes pasado.
En esa primera instantánea se ve a una parte de los participantes a la espera de su turno de actuación.
Los pequeños de tercero de primaria, alrededor de 75, presentaron un número con toallas de playa. Toda la pista salpicada de color, al ritmo de los tambores de Safri Dúo. Un espectáculo de baja dificultad de ejecución, pero que requería un alto nivel de percepción espacial para coordinar los constantes cambios de formación en un entorno que no conocían previamente, solo con las instrucciones recibidas en el colegio durante las clases. Este año todas las actuaciones tenían un denominador común: los elementos utilizados eran objetos que no había que comprar, porque habitualmente los hay en las casas, en este caso, toallas.
Estuvieron muy atentos, concentrados y con una más que aceptable coordinación. Desde luego, hicieron las delicias de sus padres, que eran un nutrido porcentaje del público asistente.
Los 75 alumnos de cuarto de primaria, vestidos íntegramente de negro y con un abanico en cada mano, fueron una explosión de mariposas de vivos colores llenando toda la pista. Un tema suave y cálido de Jason Derulo dio soporte a los parsimoniosos movimientos, que ejecutaron con auténtica profesionalidad y entrega, y que se vieron recompensados por merecidos aplausos. De nuevo aparece la consigna del bajo coste: los abanicos no supusieron un desembolso notable, pero el efecto visual nos dejó un agradable resultado.
La coreografía de 5º de primaria tenía como fondo musical un tema de los Jackson Five con mucho ritmo. Cada uno de los 75 alumnos portaba una revista en sus manos, y con ella marcaron todos sus pasos de baile, y todas las transiciones. Estuvieron sincronizados, lo cual es de por sí meritorio, pero aún más si puntualizo que no habían ensayado a la vez las tres clases en ningún momento, y tampoco "in situ" en el "Nuria Cabanillas". Todo se llevó a cabo en directo, y salió bien a la primera.
En 6º solo bailaron niñas, alrededor de cincuenta, porque en esta edad es más difícil conseguir que los varones se animen a participar en una actividad de ritmo y expresión corporal, y menos aún si se hace de cara a un público. En este caso la música era un tema de David Guetta, que mis alumnas eligieron de acuerdo conmigo. Ellas no portaban ningún elemento en sus manos. Como complemento en su indumentaria, cosieron flecos dorados en sus piernas y en sus brazos, que acentuaban sus movimientos. Su actuación también gustó mucho a los asistentes, pero he de confesar que gozamos de un público absolutamente entregado a la causa.
Y hasta aquí la crónica de nuestra exhibición de este año. Las fotografías no dan idea del ambiente que se respiró allí aquella tarde, que fue emocionante. Tampoco he querido adjuntar fotos donde las caras de los niños sean perfectamente reconocidas, por aquello de la privacidad.
Espero que, al menos, sea de vuestro agrado.
MUASES
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