La primavera ha llegado puntual a su destino, y se ha presentado a bombo y platillo, si tenemos en cuenta la extraordinaria tormenta, con granizos como cerezas incluídos, que nos ha dejado esta madrugada.
Decía Khalil Hibran: “En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante”. Los alergólogos suelen anunciar que los niveles de concentración de polen superarán esta temporada las de años anteriores. Y casi siempre aciertan.
Afirmar que “la primavera, la sangre altera”, tiene una base científica. Se producen cambios en el área cerebral conocida como sistema límbico, que regula los estados de ánimo y la voluntad. El cuerpo responde mejor a los estímulos y aumenta la producción de hormonas. Hay un incremento de radiación solar y cambios meteorológicos que traen como consecuencia alteraciones en el calendario biológico y en los biorritmos corporales. Unos individuos se vuelven eufóricos y otros, por el contrario, se deprimen. Y, como es natural, entran en el escenario de la rutina diaria los molestos síntomas de las alergias.
“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”, escribió el inimitable Neruda. Es casi seguro que quien padece algún tipo de alergia tiene dificultades para considerar la primavera con tintes poéticos. La alergia es una carrera de obstáculos en la vida de quien la sufre. Los síntomas hacen que el rendimiento disminuya y afecte al trabajo, a los estudios y a la actividad normal. Los adultos que hayan conocido en primera persona la rinitis estacional, saben de qué enemigo estamos hablando: picores e irritación de ojos, nariz, paladar y faringe. Por no mencionar las cefaleas, la irritabilidad, la depresión, el insomnio, los estornudos, el lagrimeo o la dificultad para respirar. Así que no queda más remedio que hacer acopio de fármacos que minimicen los efectos sintomáticos, como antihistamínicos, colirios…,
La primavera, idílica estación que vino sin que nadie supiera cómo, según reza la famosa cita del universal Antonio Machado.
A aquellos a los que la primavera les inyecta dosis extraordinarias de vitalidad, optimismo y entusiasmo, que haberlos, haylos, ¡enhorabuena! Que dosifiquen sabiamente sus impulsos y procuren contagiar su alegría, que remolquen a los rezagados, atiendan a los perjudicados por tan poética estación, y que quieran por todos los poros de su piel, que el amor nunca está de más, sea la época del año que sea.
Coincidiendo con el final del invierno hemos disfrutado de un luminoso fin de semana, que nos ha revitalizado el ánimo. Mis hermanos y yo planeamos una comida familiar el domingo con la abuela (mi madre), junto con nuestros cónyuges, nuestros hijos y las parejas de nuestros hijos. He aquí el documento gráfico: los cuatro hermanos con mamá, con el recuerdo siempre presente de papá, que falta hace ya diecinueve años. No es que la foto esté descuadrada, está recortada, que no es lo mismo, porque uno de mis hermanos prefiere preservar su imagen de las miradas curiosas de los asiduos a las redes sociales, y hay que respetar su derecho.
Hizo tan buen tiempo, que hasta me crecieron flores en el pelo...
¡Feliz primavera a todos!
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