Estaba en nuestra nutrida lista de visitas previstas a lugares que no conocemos, desde hace tiempo.
El Valle de los Caídos es un conjunto monumental formado por una basílica católica, una abadía y una cruz de 150 metros de altura, asentada sobre la cumbre de un risco que domina todo el valle circundante, con la peculiaridad de que la basílica es subterránea en su totalidad.
Temíamos que derribaran todo antes de conocer el lugar, dadas las cada vez más frecuentes amenazas para llevar a cabo lo que yo, personalmente, considero que sería un error. Opino lo mismo sobre la sentencia referente a la Isla de Valdecañas. Si existió una equivocación al construir, tanto el Valle de los Caídos como Valdecañas, tirarlos abajo multiplicaría los perjuicios. Es lo que pienso, aunque solo tengo voz y no voto.
Pudimos entrar en la Hospedería, un lugar lleno de vida y de turistas, muy interesante arquitectónicamente hablando.
Los alrededores del edificio son un lujo para los sentidos. Abrí indebidamente una puerta, perdida en aquella inmensidad; salió un monje novicio, jovencísimo, que nos atendió amablemente y resolvió nuestras dudas.
Se respira paz en aquel ambiente de la sierra de Guadarrama, no en vano es un lugar de culto y oración en cuya abadía habitan monjes benedictinos.
Hicimos realidad nuestros planes, una visita que ya podemos tachar de nuestro particular listado.
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