Nadie como Edu para organizar un evento como el que celebramos con ella hace unos días. No le hacen falta castañuelas para bailar, y llegar a los 50 años en plenitud de facultades merece ser festejado. Y bien que lo disfrutamos: ella, su familia, sus amigos y sus compañeros de trabajo.
Un sitio maravilloso, gente con ganas de divertirse y compartir buenos momentos, buena comida y buena bebida, buena música, y un día espléndido. No se puede pedir más.
Las emociones fueron protagonistas durante todo el día, y afloraron sin complejos.
A las
puertas del verano,
en vísperas
de San Juan,
un especial
cumpleaños
entre
fragancias de junio
venimos a
festejar.
Edu nos ha
convocado,
a lomos del
medio siglo,
a
compañeros, amigos,
familiares y
allegados.
Alcanzada
cierta edad
esta es la
filosofía:
hay que
vivir día a día
buscando
felicidad.
Y en esas
estamos hoy,
nos
emplearemos a fondo:
comeremos,
bailaremos,
cantaremos
cante “jondo”,
nos
bañaremos contentos
y hablaremos
bajo un toldo.
Con el pasar
de los años
esta fecha
guardarás
entre tus
días felices,
que a tus
nietos narrarás
comiéndote
unas perdices.
Entre
estándares malditos,
que son mi
gran pesadilla,
voy
escribiendo el poema
–que va
llegando a su fin-
deseándote
de veras
que seas
muy, muy feliz.
Los
presentes te queremos,
como tú no
hay otra igual.
Cumples ya
la cincuentena,
y que
cumplas muchos más.
Hoy suéltate
la melena,
disfrutemos
la verbena,
que mañana
Dios dirá…
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