Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

miércoles, 4 de enero de 2017

Bye, ghosts



Cuando todo parecía idílico, se torcieron los renglones de la felicidad y se emborronaron los días sin previo aviso.
Cayeron las risas en el recuerdo y desapareció el brillo de los ojos y la complicidad en cada intercambio de miradas.
En un abrir y cerrar de ojos, los sueños se tornaron pesadillas y los proyectos de futuro acabaron por suicidarse.
¿Dónde se fueron el cariño y el amor sin condiciones, dónde el frescor de las caricias sinceras, dónde los amaneceres arropados con abrazos…?
Nada queda, solo un vacío infinito en un bucle que aprieta la garganta, un espacio sin aire en el pozo del olvido, un cielo sin luna ni estrellas, sin soles sobre azules lienzos salpicados de algodón, solo oscuridad y silencio.
Fue cayendo la alegría como un castillo de naipes en mitad de la tormenta.
No hubo duelo, ni despedida, solo una dolorosa ausencia, que ya ni siquiera escucha mi pena.
Estas líneas son la tijera que corta el cordón.
Es el fin de lo que pudo ser y no fue, hay que tomar impulso y saltar con el paracaídas de la esperanza para surcar de nuevo cielos azules, respirar aire limpio de impurezas, impregnarse de risas frescas, versos sentidos, abrazos nuevos.
Acabo de matar dos fantasmas del pasado, estoy en guardia para sacarles la lengua si se les ocurre asustarme cuando esté desprevenida.



                              ¡Bye, ghosts!

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