La llamada “crisis migratoria” es,
además de noticia, un preocupante problema político que aumenta por días. Europa
se blinda ante la avalancha de inmigrantes que intenta colarse por las rendijas
de cualquier frontera. La mayor parte de las escasas pertenencias que traen
consigo la constituyen la ristra de desgracias y miserias que han ido acumulando
desde los albores de su existencia. Buscan un tronco al que asirse a la
desesperada y, lejos de tenderles una mano de manera incondicional, los
dirigentes europeos se reúnen para endurecer las medidas que frenen esta
creciente presión migratoria y reforzar las barreras que les impida el fácil acceso
a una vida digna para ellos y sus familias.
Somos muchos y no queremos que
nadie nos desplace de nuestra zona de confort, ni compartir los recursos. Me
pregunto qué hemos hecho nosotros para merecer el privilegio de tener cubiertas
las necesidades básicas, aunque no estemos exentos de sortear dificultades, y
qué delito habrán cometido los desgraciados que suplican nuestra ayuda, y en
algunos casos se topan con situaciones de insolidaridad e inmisericordia. Me
horroriza pensar los padecimientos que dejan atrás para intentar alcanzar un
sueño que a tantos les cuesta la misma vida.
Publicado en "Cartas al Director" del diario HOY el jueves 27 de agosto de 2015.
ResponderEliminarPublicada en la revista XL Semanal el 13 de septiembre de 2015.
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