Hoy ha sido un día muy laaargooo..., pero ha merecido la pena. De la climatología, mejor ni hablamos. Ayer me vino a la memoria un refrán, de esos tan sabios que componen nuestro peculiar refranero popular español, que dice: "cuando marzo mayea, mayo marcea". Pues lo dicho.
En el colegio mis alumnos están practicando con las palas de playa en las clases de educación física. Todos apretujaditos dentro del gimnasio pequeño, a buen recaudo de chaparrones.
La comida ha sido estresante, porque todos teníamos urgencias, excepto Alberto, que se queda a comer en el trabajo. Lu, estudiar un examen de Lengua para mañana, y terminar de leer "Crónica de una muerte anunciada", para poder responder a cuestiones sobre el texto. Enrique tenía clase en la universidad a las cuatro. Mane ha salido justo después de comer a Madrid, algo preocupado porque le pillaba seguro la celebración en la Cibeles de los madridistas por su título de liga.
Y yo he asistido en "La Granadilla" al campeonato intercentros de campo a través, en el que inscribimos un buen número de alumnos de primaria, secundaria y bachillerato. Menos mal que, sorteando más de un contratiempo, la tarde ha resultado provechosa, pues además de varias medallas y copas, nuestros atletas han conseguido con su participación un premio de 300 € en material deportivo para el centro. Menos da una piedra.
Una vez distribuídos los enseres, un poquito de espacio para mí: al gimnasio a mover el esqueleto, que una debe estar en forma, ya se sabe que se predica con el ejemplo. Lo mío es masoquismo puro y duro, porque el palizón de hoy ha sido, si cabe, más intenso que el de ayer, después del cual algunos compañeros de fatigas parecían haberse derretido más que sudado, a juzgar por los charcos que dejaron en el suelo alrededor del step.
Menos mal que el gustazo de una reconfortante ducha caliente tras el esfuerzo es un placer para el cuerpo y para el alma. Al desvestirme me di cuenta que llevo todo el día con el sujetador puesto del revés, y siempre he oído decir que ponerse así una prenda trae como consecuencia la recepción de un regalo. Hoy se ha cumplido: los 300 euros del premio de atletismo.
He llegado a casa cansada pero contenta, satisfecha por el deber cumplido, he sido capaz de atender todos los frentes. La luna ha estado jugando al escondite con los nubarrones, y se ha instalado con brillo de plata en la bóveda oscura de esta tibia noche de mayo.
¿Por qué será que esta noche no escapas de mi recuerdo, papá...? Hace 20 años que te perdimos, pero tu presencia sigue viva en mi corazón. Casi puedo escuchar tu silbido afinado, tu respiración fatigada, o tu inseparable armónica dibujando con acierto las notas de una canción en el aire.
En el colegio mis alumnos están practicando con las palas de playa en las clases de educación física. Todos apretujaditos dentro del gimnasio pequeño, a buen recaudo de chaparrones.
La comida ha sido estresante, porque todos teníamos urgencias, excepto Alberto, que se queda a comer en el trabajo. Lu, estudiar un examen de Lengua para mañana, y terminar de leer "Crónica de una muerte anunciada", para poder responder a cuestiones sobre el texto. Enrique tenía clase en la universidad a las cuatro. Mane ha salido justo después de comer a Madrid, algo preocupado porque le pillaba seguro la celebración en la Cibeles de los madridistas por su título de liga.
Y yo he asistido en "La Granadilla" al campeonato intercentros de campo a través, en el que inscribimos un buen número de alumnos de primaria, secundaria y bachillerato. Menos mal que, sorteando más de un contratiempo, la tarde ha resultado provechosa, pues además de varias medallas y copas, nuestros atletas han conseguido con su participación un premio de 300 € en material deportivo para el centro. Menos da una piedra.
Y de ahí, una comprita rápida, de esas que vas por un par de víveres y acabas llenando el carro.
Menos mal que el gustazo de una reconfortante ducha caliente tras el esfuerzo es un placer para el cuerpo y para el alma. Al desvestirme me di cuenta que llevo todo el día con el sujetador puesto del revés, y siempre he oído decir que ponerse así una prenda trae como consecuencia la recepción de un regalo. Hoy se ha cumplido: los 300 euros del premio de atletismo.
He llegado a casa cansada pero contenta, satisfecha por el deber cumplido, he sido capaz de atender todos los frentes. La luna ha estado jugando al escondite con los nubarrones, y se ha instalado con brillo de plata en la bóveda oscura de esta tibia noche de mayo.
¿Por qué será que esta noche no escapas de mi recuerdo, papá...? Hace 20 años que te perdimos, pero tu presencia sigue viva en mi corazón. Casi puedo escuchar tu silbido afinado, tu respiración fatigada, o tu inseparable armónica dibujando con acierto las notas de una canción en el aire.
"La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo". (François Mauriac)
No hay comentarios:
Publicar un comentario