Abro la ventana de la nostalgia y miro
-a través de los retratos de toda una vida-
cómo se han desdibujado los sacrificios
y los renunciamientos para enaltecer
todo lo que, desde el prisma del tiempo,
ahora parece tan misteriosamente hermoso.
¡Cuántas veces me rompí procurando no hacer ruido con
los añicos!
¡Cuántas veces me escondí anhelando una disculpa y la
melodía de un abrazo!
¡Cuántas noches desperté para velar tu sueño!
Hoy todas esas sensaciones,
que deambulan como sombras
por mi alma color sepia,
caben en un gran suspiro.
Llueve tras los cristales de los recuerdos.
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