El cardenal Rouco Varela ha
abandonado, por fin, la sede del Arzobispado para que pueda ocuparla su sucesor
en el cargo, Carlos Osoro. Ha cumplido su voto de obediencia, con efecto
retardado de 6 meses, pero ha cumplido. Su nueva casa ha necesitado algunos
arreglillos, que han costado a la endeudada archidiócesis de Madrid la mareante
cifra de más de medio millón de euros. Este lujo, estaremos de acuerdo, no se ciñe
a su voto de pobreza, lo que le aleja de las predicaciones del Papa Francisco,
que aboga por una Iglesia pobre y para los pobres. ¡Cuánto bien haría ese
dinero entre los más desfavorecidos! Cabe la posibilidad que los 370 m2 del
ático estén destinados para acoger a cristianos sin techo, y por eso haya
habilitado seis habitaciones y cuatro cuartos de baño, una terraza con
impresionantes vistas de Madrid, y disponga de dos religiosas y un secretario sacerdote
a su servicio. También ha adquirido un coche nuevo en su retirada, tal vez para
visitar desde su nueva dirección, (calle Bailén, al lado de la catedral de La
Almudena), a los cuatro profesores sacerdotes de la Universidad de S. Dámaso, antiguos
inquilinos, que han tenido que cambiarse a un pisito de la calle Goya.
Los
votos que juran los sacerdotes son obediencia, pobreza y castidad, creo
recordar. Pero de ese tema mejor escribo otro día.
Publicado en "Cartas al Director" del diario HOY el miércoles 25 de febrero de 2015.
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