El otro día se me acercó Mane con una revista de la OCU, para enseñarme una receta que había encontrado en sus páginas, y sugerirme, con la sutileza que le caracteriza, que se las hiciera a la mayor brevedad posible, sospechando que sería un menú sencillo, pero muy rico. Y como soy de aquella manera, al día siguiente se las hice de primer plato. He de reconocer que ni conocía esta receta.
Hay que pelar y lavar las patatas, cortarlas en rodajas de un dedo y salarlas.
Se rebozan en harina y huevo.
Se fríen en un buen aceite de oliva virgen. Si es de la Cooperativa de Santa Marta de los Barros, que es mi pueblo, mucho mejor.
Se reservan. En una olla se ponen ajos picaditos, perejil y hojas de laurel, y se añade un poquito de aceite de freir las patatas. Cuando el aceite está caliente, sin dejar que los ajitos se doren más de la cuenta, se añade una cucharada de harina y agua, no mucha, removiendo para evitar los grumos. Se echa una pizca de sal, y cuando empieza a hervir se baja un poco el fuego y se incorporan las patatas que teníamos reservadas. El agua debe cubrir las patatitas.
Dejar cocer a fuego suave hasta que las patatas estén blanditas. Sencillo, barato, sustancioso y sano. En la revista especifican una interesante información de este plato, rico, rico y con fundamento. Una ración aporta: 350 calorías, 8 gramos de proteínas, 13 gramos de grasas y 50 gramos de hidratos de carbono. No sabría decir lo que me aportó el copazo de vino tinto, "güeno, güeno", (no digo cuál), que degusté al tiempo para no añusgarme.
¡Bon appetit!
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