Por diversas obligaciones, ninguno de mis cuatro hombres ha comido hoy en casa. Hacía tiempo que no comía sin nadie a quien servir ni dar gusto, excepto a mí misma. Y es satisfactorio, siempre que sea una circunstancia puntual y no se deba a ninguna causa irreparable.
Sola en casa, mi menú ha sido rápido, sano y apetecible para las altas temperaturas que nos están martirizando estos primeros días de mayo.
De 1º: gazpacho con huevo cocido y jamón picadito, con un chorrito de aceite de oliva virgen por encima, de la Cooperativa de Santa Marta de los Barros, que para quien no lo sepa, es el pueblo que me vio nacer.
De 2º: pechuga de pollo en salsa de tomate y limón, que para ser sincera sobró ayer y, por lo tanto, solo he tenido que darle un toque en el microondas, con guarnición de espinacas revueltas al ajillo (que es lo único que he hecho al llegar a casa), y picos integrales.
Por supuesto, una copita de vino tinto nunca me falta a mediodía, es saludable y alegra cualquier vianda.
Postre: leche manchada en recipiente grande (no me gusta tomar el café de sobremesa en una tacita ridícula). El café con cafeína (necesito este chute para funcionar el resto del día), pero la leche desnatada, endulzado con miel de Herrera del Duque. Hace ya años que cambié el azúcar por miel en cafés y en infusiones, y he de decir que mi salud se ha fortalecido desde entonces. Y, para redondear mi menú de “soltera”, mi cuerpo serrano pide siempre a esta hora algo dulce para acompañar, (debe ser por el ejercicio físico que practico), en este caso un trocito de bizcocho de manzana al microondas, receta del grupo, que hice la otra tarde.
Me he quedado como una reina. Con las pilas puestas para rematar las faenas que se me vayan presentando hasta que la noche me cubra con su manto estrellado…
No hay comentarios:
Publicar un comentario