Fotos tomadas desde la cocina de mi casa.
Mis momentos de rebeldía se alternan con otros de profunda consternación, pero también me asaltan sentimientos de apatía, de actitud pasiva, de haz de mí lo que quieras porque no tengo energía ni para defenderme. Pero, aún con todo, amanece con cada día una nueva oportunidad de tejer un bordado, de escribir un capítulo, de pintar un óleo, de plantar una semilla. Esa esperanza debe ser el motor para vivir, por muy desfavorables que se vean las perspectivas.
Da la impresión que divago tanto como preparándome para hacer una confesión, pero no será en este post. Tal vez en el siguiente. Hay tiempo. Leí no hace mucho que el tiempo es como un océano con mil corrientes subterráneas, y también que la palabra es el único aval de los desposeídos. Palabras que hábilmente disfrazan la falta de amor entre las personas y que marcan nítidamente la distancia que las separa.
Acabaré esta entrada con un pequeño vídeo, mejor que el despropósito del anterior, de una puesta de sol desde mi casa, hace unas cuantas tardes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario