Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

jueves, 9 de abril de 2020

La procesión va por dentro



Esta primavera ha traído en su regazo una Semana Santa de luces apagadas y crespones de penitencia, de noches dubitativas e insomnios tristes, de ausencias que se clavan como espinas, de anhelos arracimados esperando turno en la fila de un calvario.


Son días de medir el tiempo en suspiros y en silencios. Días en los que el subconsciente consigue tergiversar afectos, días que nos recuerdan todo lo que queremos olvidar, días que nos revelan lo insignificantes y miserables que podemos llegar a ser. Días que zarandean nuestra onírica existencia a golpe de pandemia y soledad.


Borbotea la impotencia ante la mirada inánime de la calle muda. No resuenan ecos de saetas ni redoblan los tambores de la fe. La procesión va por dentro.


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