Estos días de desconexión, procuro hacer todo aquello que, inmersa en mis obligaciones rutinarias, no puedo: dormir más, pasear sin horario, leer a deshora, escribir a mi antojo... Siempre selecciono varias lecturas, en la variedad está el gusto, y este año me he confundido con el libro de poesía.
¿He dicho poesía...? Hombre, si la poesía tiene que provocar sentimientos, es poesía lo que he leído. Pero los sentimientos que me ha suscitado no han sido los que esperaba (lo típico: tristeza, melancolía, ternura...) Más bien me ha rebosado una indignación creciente, y muy mala baba. No todo lo que está catalogado como poesía puede considerarse como tal. Lo que me pregunto es cómo consiguen algunos autores una editorial que publique sus ¿versos...?
He canalizado todo este torrente de energía negativa en unos versos aliñados con una pizca de ironía y un chorrito de buen humor, que no se diga. Ahí los dejo.
Cómo quieres
que te lea…
Poeta de versos fatuos,
profanador de las letras,
encantador de serpientes,
asesino de poemas,
con metáforas de saldo
las páginas envenenas.
De tus renglones vacíos
–que salen por peteneras-
se esconden hasta las tildes,
rojas de vergüenza ajena.
¿Cómo quieres que te lea,
si me infundes tal hastío
que quisiera ahogar tus rimas
en lo más hondo de un río?
Venga, después de la vomitona ya me quedo más tranquila. A seguir cada uno con lo suyo...
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