Otro día de emociones enfrentadas: alegría porque una compañera alcanza el lujo de jubilarse en plenitud de facultades, y tristeza porque la echaré de menos tras 34 años y medio compartiendo nuestro día a día en el colegio.
Por más memoria que hago, no recuerdo en todo este tiempo ni un solo roce,una mala cara o una palabra más alta que otra, pero sí buenos consejos, respaldo, amistad y cariño.
No hemos querido dejar pasar el día sin pena ni gloria, y nos hemos ido a comer con Elisa muchas "Chicas de Oro" y algunos compañeros más, para festejar con ella el inicio de su nueva vida, aunque en Navidad será la celebración oficial de todo el claustro de profesores del colegio.
Como el que no quiere la cosa, han transcurrido para Elisa 40 años de servicio en la docencia, ahí es nada, y la hemos arropado para ayudarle a asimilar la sensación de vértigo que hoy la embarga.
Quién nos dijera…
¿Quién
nos dijera, Elisa, amiga mía,
cómo
han pasado tantos soles y lunas,
lecturas,
geografía, restas, sumas,
madrugones,
sofocos y alegrías…?
Sembraste
en tu camino, día a día,
semillas
de paciencia con dulzura,
en
campos de oración y de cultura
que
hiciste florecer con tu valía.
Llegó
el momento de jubilación,
de
prestarle tu tiempo a lo sencillo,
regalar
tus horas y dedicación
a tus
hijas, tu nieto, a tu marido.
Sentir
el abrazo de corazón
de
aquellos que caminamos contigo.
3 de abril de 2017
Le he dedicado estos versos con todo mi cariño, y ella a mí un largo abrazo.
Que te vaya bonito, amiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario