Soy senadofóbica, lo
confieso.
Antes el Senado era como un pintoresco cementerio de elefantes al que
iban a parar los políticos acabados, y ahora es un confortable refugio de
mangantes, que gracias a su privilegio y condición de aforados, pueden escurrirse
entre los dedos de la injusta justicia. Rita, últimamente apodada “la cantaora”,
aunque estemos todavía a la espera de su particular concierto, no solo se
blinda ante la ley como senadora, es que además tiene la desfachatez de
permitirse no asistir a su obligada presencia en su nuevo escaño 301, pero no
renuncia a cobrar íntegramente su sueldo de cinco mil euros mensuales.
Puede
que se haya cogido una pataleta porque sus amiguitos la han invitado a
abandonar el partido y se ha visto relegada a integrarse en el grupo mixto, y a
lo mejor no le gustan sus vecinos de asiento, o sencillamente se diga: “hoy no
me quiero levantar, porque yo lo valgo”. Como quiera que sea, esto es lo que
hay.
Ajo y agua.
Publicado en 'Cartas al Director' del diario HOY el miércoles 21 de septiembre de 2016.
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