Los
defenestrados de las últimas elecciones han comenzado el desfile triunfal a su
particular cementerio de elefantes, llamado Senado. La Cámara Alta se ha
convertido en un premio para los políticos que se apean (o los apean en las
urnas) de la primera fila. Un retiro de lujo que a partir de ahora podrán
disfrutar cuatro ex presidentes de comunidades autónomas y una alcaldesa: Pedro
Sanz, de La Rioja; Luisa Fernanda Rudi, de Aragón; Alberto Fabra, de la
Comunidad Valenciana; José Ramón Bauzá, de Baleares; y Rita Barberá, de
Valencia.
La asignación constitucional es idéntica para todos los Senadores:
2.813,91 euros/mes. A esa cantidad habría que sumarle otras, nada desdeñables,
si se ostenta la Presidencia, Vicepresidencia, Secretaría o Portavocía de un
grupo parlamentario, aunque sea adjunto, más gastos de viaje, dietas, gastos
que les origine la actividad de la Cámara, tarjeta-taxi con 3.000 €, todo ello
exento de tributación, por descontado. Se les otorga, asimismo, teléfono móvil,
ordenador portátil, tableta, despacho, y determinados senadores tienen la
posibilidad de contar con personal de confianza para apoyarles en el ejercicio
de su función.
A todo esto, que alguien exponga sólidos argumentos para
mantener toda esta parafernalia. Tal vez sería más razonable suprimir el
Senado, de una vez por todas, y atender con ese sustancioso presupuesto necesidades
sociales más urgentes.
Publicado en "Cartas al Director" del diario HOY el jueves 9 de julio de 2015.
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