Con
fecha de un siglo menos se publicita un conocido turrón cada Navidad. No he
podido evitar el paralelismo entre ese slogan y el título de esta carta, señal
del alto nivel de marketing empleado tan
dulce, sutil y persistentemente por la marca aludida.
ETA tiñó de sangre el año
1980: de las 829 personas que asesinaron a lo largo de toda su historia, 92 de
ellas fueron durante aquel fatídico período. Una media de 7 muertos al mes, que
dejó una senda de tragedia y de dolor innecesario e incomprensible. Guardia
Civil, Policía Nacional y Municipal, militares, empresarios, políticos, jueces,
miembros de instituciones penitenciarias y personas relacionadas con el mundo
de la comunicación, que afrontaron su precipitado juicio final en el País
Vasco, Madrid, Barcelona, Navarra, o en el vecino país francés. Más de la mitad
de sus atentados fueron perpetrados con coche-bomba, pero ETA también sembró el
terror con crueles secuestros (recuérdese el de Ortega Lara, encerrado en un zulo
más de un año y medio, o el de Miguel Ángel Blanco, que movilizó a toda la
sociedad española y acabó con su vida de un tiro en la cabeza).
Foto: Carlos García Pozo
He leído en
prensa la entrevista al siniestro personaje apodado “Carnicero de Mondragón”,
ahora campando a sus anchas en la calle. Cumplida su condena de 29 años en la
cárcel, con sus manos manchadas de la sangre de 17 víctimas, niega ser un
psicópata, tampoco un asesino (dice que es un ejecutor…) y afirma
contundentemente no estar arrepentido. ¿Para qué ha servido la lucha armada? Ni
siquiera él es capaz de dar una respuesta coherente, sencillamente porque no la
hay.
Alto precio el que hemos pagado todos.
Publicado en "Cartas al Director" del diario HOY el 22 de octubre de 2014.
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