Es una pena ver cómo se han echado a perder las carísimas palmeras de la plaza de Conquistadores. Repasemos la hemeroteca. Una constructora extremeña tenía la concesión del parking. Debido a que el presupuesto se disparó a más del doble sobre lo proyectado, sobrecoste asumido por la empresa concesionaria, ésta pide que le dejen abrir el negocio (ya había certificación final de obra), y con los ingresos terminar lo único inacabado, que era el edificio conocido como “de las asociaciones”, anexo al principal. El ayuntamiento se lo niega, y el banco retira la financiación.
La pescadilla que se muerde la cola: no hay ingresos, no se puede acabar la obra. El ayuntamiento amenaza con retirar la concesión y rescindir el contrato a la constructora, haciéndose cargo de las instalaciones. Y va pasando el tiempo, mientras todo está cerrado y abandonado. Hasta que entra el tercero en discordia: el banco que financiaba la obra, ejecuta la hipoteca y se queda con la concesión. Pero el parking y la plaza siguen cerrados y nadie mantiene nada. A día de hoy va a costar mucho más arreglar los desperfectos que haber dejado a la empresa concesionaria rentabilizar lo que estaba totalmente acabado para poder ir finalizando lo poquito que faltaba.
Han perdido los pacenses casi mil plazas de aparcamiento en pleno centro, tan necesarias, las asociaciones vecinales un centro de reuniones y la empresa constructora extremeña ha quedado arruinada. Pero el banco ha hecho el negocio del siglo, como es natural. Y todo, por una cabezonada de los que tiran con pólvora ajena, que hubiese tenido buena solución con un poco de sentido común, que está visto que es el menos común de los sentidos. Así nos va, unos por otros y la casa por barrer.
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