La ola de calor que nos arrastra estos días sería, por tamaño y virulencia, el sueño de cualquier surfista, pero a los que estamos siendo arrastrados en su torbellino apenas nos permite coger una bocanada de oxígeno para no ahogarnos en su túnel del infierno. Este insoportable castigo a los termómetros dispara mi termostato particular, ya de por sí disparatado, y es una rémora que entorpece cualquier atisbo de iniciativa.
Se derriten irremediablemente las neuronas, incapaces de asimilar tantas y tan graves noticias de actualidad, dentro de suelo patrio y allende los mares.
Casi mejor, por otra parte, dadas las circunstancias: Mursi y Egipto en ebullición, Evo y los conflictos diplomáticos Europa-Iberoamérica, Snowden jugando al escondite, nuestras vidas monitoreadas sin nuestro consentimiento, Rajoy contestando a la prensa al “estilo Gil” con respecto a Bárcenas y tal y tal…
Menos mal que ahora tocan sanfermines, este año ataviados de
ikurriña, y estaremos pendientes durante una temporadita del Tour, o del
veredicto sobre Madrid 2.020…
El circo que no falte, y a ser posible el
pan tampoco. A ver si surge de la nada un viento de cola que sofoque
los calores y nos ponga a salvo de las cenizas del Popocatepetl.
Texto publicado en la sección "Cartas al Director" del diario HOY, el martes 9 de julio de 2.013.
ResponderEliminarNi viento de cola ni "ná", es la "caló", Maribel, la "calorina" que nos derrite las meninges, y a ellos, que no saben por donde se andan, ni a dónde nos llevan. ¿A dónde Maribel, a dónde? Saludos desde El Terrao.
ResponderEliminarEl término "calorina" se usaba mucho en mi pueblo, me trae reminiscencias de la infancia, me hace gracia verlo escrito. La pregunta que formulas no sé contestártela, ¿quién sabe dónde?, que decía Lobatón. Saludos desde Maribelandia.
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