Mezclado con el sentimiento de desolación por la tragedia de Santiago, llevo el sentimiento de orgullo de ser española. En medio de esta desgracia ha salido a flote la solidaridad de nuestros compatriotas, que han saltado al ruedo del dolor a echar un capote, sin pensárselo dos veces. Eran personas que necesitaban ayuda y cada uno ha colaborado en la medida de sus posibilidades.
Cientos de sanitarios, fuera de su horario, se acercaron a los hospitales para ayudar. Cientos de bomberos aparcaron sus reivindicaciones y trabajaron día y noche para paliar el sufrimiento. Cientos de anónimos ciudadanos acudieron a donar su propia sangre para salvar la vida de los heridos. Decenas de psicólogos aportaron apoyo moral a las familias de los damnificados. Los más cercanos al suceso aportaron sus manos, sus mantas, agua y todos los recursos a su alcance para favorecer a los afectados por el accidente.
La solidaridad es sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda; es sentido de la responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación y participación desinteresada. Solo dar y dar, a cambio de nada, esa es la solidaridad que ha brillado sobre este cruel suceso, la que hoy me da motivos para creer en la bondad de los seres humanos.
Paz para los fallecidos y fortaleza de ánimo para los supervivientes.
Publicado este escrito en la sección "Cartas al Director" del diario HOY, el lunes 29 de julio de 2.013.
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