Sándwich de mama
Esta tarde, como postre, me han
preparado un sándwich de teta. ¿No es
precisamente eso una mamografía…? Tenía la cita previa adherida a la puerta de
la nevera con un imán, desde que recibí la carta, para no olvidarla.
Todo sea por la prevención, pero
qué prueba más desagradable, o tal vez yo le tenga una especial manía, a causa
de un pequeño trauma psicológico que me infundió un maléfico ATS, cruel maltratador
de mi amor propio. Si me pasa ahora, que
estoy más picardeada, lo pongo fino al hijo de su madre. Una de las primeras
veces que sufrí este castigo, era un enfermero el que pilotaba la máquina. Vaya
tipo más indeseable.
Hay que colocar la mama sobre una
superficie horizontal, para después aplastarla, literalmente, con otra placa
que viene desde arriba, amenazante, inmisericorde, que la deja como un papel de fumar hasta ser
inmortalizada por la radiación, momento en el cual no debes respirar, ni
parpadear, ni decir esta boca es mía, por mucho que te duela la tortura.
Seguidamente, por si fuera poco, se repite el aplastamiento mamario, esta vez
en un plano vertical, para que todo el entramado quede absolutamente
escudriñado hasta el último escondrijo.
A servidora, que gasta una talla
S de cintura para arriba (las bajeras las tengo más generosas), le cuesta
aplicarse con devoción para que su pequeña fábrica mamífera repose generosamente
sobre la encimera de cristal, de forma que sea posible sacarle la foto de rigor.
El enfermero, de cuyo nombre no quiero acordarme, me tiraba de la teta con poca
delicadeza, al tiempo que me instaba a sacar pecho y retirar el hombro, para
colocarme lo mejor posible. Tras varios intentos, poco satisfecho con el
resultado obtenido, desistió de seguir tirando, que por poco me la arranca de
cuajo, no sin antes manifestar contrariado: “no se le pueden pedir peras al
olmo…”.
Me faltó poco para hacer pucheros
ante tal desconsideración, desnudita e indefensa como estaba. En aquella época en
la que no pesaba ni 50 kilos, mis curvas no eran precisamente voluptuosas, pero
yo estaba orgullosa de haber amamantado a mis tres hijos, y balbuceando, como
justificándome, así se lo dije. Me sentí humillada y herida en lo más profundo
de mi ser, solo quería salir de allí y que alguien me abrazara fuerte mientras
yo lloraba a moco tendido como una niña chica.
Ahora me complazco en imaginar a
aquel energúmeno de rodillas ante mí, colocando un simbólico e insignificante apéndice viril
sobre una piedra de mármol, mientras yo se lo espachurro con un ladrillo, y
clamo a los cuatro vientos y a pleno
pulmón: “vaya birria de salami…”.
En este momento mi autoestima no depende de mi
talla de sujetador, afortunadamente. Tengo otros méritos más arriba en mi
escala de valores.
Pero eso ya es capítulo aparte.
Pense en no abrirlo, por aquello del "miedo escénico" que me produce sólo pensarlo, pero... ahora me alegro de haber hecho Clik.
ResponderEliminar¡¡¡No soy la única!!! Menos mal.
Yo no recuerdo si era enfermero o médico, pero si recuerdo sus intentos por sacar "la foto" y mi cuerpo retorcido (a veces), estirado (otras).
Un numerito, la primera vez... y la otra...y la siguiente...
Pero centrándonos en la primera, te cuento...
Aplastamiento vertical y horizontal en unas "mamitas" que no dan para esos menesteres.
Si recuerdo que después de un rato que a mi se me hizo eterno, el radiólogo o enfermero o lo que fuese, me tumbó en la camilla y de canto, con nuevos retorcimientos corporales y el brazo hacia atrás (como para partírmelo), espachurró mi parte "pudenda" con su mano contra la camilla y terminamos con el suplicio.
Eso sí, no sin antes realizar los mismos estiramientos del otro lado.
Sin comentarios!!!
...pero me pregunto...
¡¡¡ ¿¿¿CÓMO EN EL SIGLO XXI NO HEMOS AVANZADO PARA QUE ESTA PRUEBA SEA "UN POQUITO DE OTRA MANERA??? !!!
Es la misma pregunta que me hago cada vez que voy al dentista. ¿¿¿TU NO???
....cosas.
Besitos "mi compi" desde EL TERRAO.
¡Qué alivio saber que no he sido la única que ha pasado el mal trago...! Angelita, nos vamos a tener que plantear ponernos implantes de silicona para facilitarles el trabajo a estos "profesionales"... Así, de paso, ponemos un puntito de emoción en nuestros añejos matrimonios...jajaja... Un besazo, compi.
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